JANE
Un año. Ese es el tiempo que había estado viviendo junto a mi novio Jason en su departamento.
El mismo tiempo que llevaba fuera de la represión a la que me había tenido sometida mi madre desde hacía tiempo; específicamente, después de que papá murió. De haber sido un poco más inteligente, creo que primero le tendría que haber pedido ayuda a mi hermano, Matthew, pero, ¿Cómo iba yo a saber la sorpresa que me iba a llevar? No tenía forma. En ese momento solo pensaba en huir, no quería molestar a Matt (sobre todo cuando su novia se acababa de ir a vivir con él) y no me sentía lista para vivir sola, así que... sí, Jason se veía como la mejor opción.
El día que empezó todo, yo estaba de un humor bastante bueno. Por primera vez no me sentía cansada ni quise dar un paseo después del trabajo como siempre lo hacía, sino que me dirigí directamente a mi hogar, dispuesta a darle una sorpresa a Jason al llegar poco más de dos horas antes de lo normal. Esperaba encontrarlo sentado frente a la televisión, mirando uno de esos tontos programas que tanto le gustaban, y en cuanto cerrara la puerta, correría hacia mí y me recibiría con un abrazo como siempre lo hacía. Tal vez me susurraría algo, me besaría, cenaríamos y luego terminaríamos en la cama celebrando.
Sonreí solo de pensarlo.
Subí las escaleras hasta el tercer piso más rápido de lo habitual y entré al departamento teniendo cuidado de no hacer ruido. Mi desilusión fue grande al ver que todas las luces estaban apagadas y mi novio no se encontraba ahí. Decidí que cambiaría mi feo uniforme por un ajustado vestido que no dejaba gran cosa a la imaginación y lo esperaría sentada en el sofá, dispuesta a saltarme toda la cena solo para llegar al postre, pero al entrar a la habitación, mis rodillas se debilitaron y se formó un enorme nudo en mi garganta.
Ahí, en la cama, estaba Jason.
Y no estaba solo.
Una rubia voluptuosa se encontraba debajo de él, haciendo sonidos entre risas y gemidos. No necesitaba que me explicaran lo que hacían al ver a Jason moverse de una forma que yo conocía muy bien.
Me quedé ahí parada, esperando hasta que alguno de los dos se percatara de mi presencia. Se tardaron más de lo que esperaba, haciendo que me sintiera todavía más indignada y furiosa como hacía mucho tiempo que no estaba. Finalmente, la rubia habló.
-Cariño, creo que tu hermana nos acaba de descubrir.
¡¿Hermana?!
La cara de Jason al verme fue indescriptible. Se volvió más pálido de lo que ya era y sus ojos se abrieron demasiado, mientras abría y cerraba la boca en busca de una tonta explicación que definitivamente no iba a creer.
-Jane... no es lo que parece.
Casi me dieron ganas de reírme. De todo lo que se me ocurrió que podría decir, no pensé que ocupara la frase más estúpida que existe para esos casos.
-Espera, ¿No dijiste que era tu hermana? -preguntó la rubia, confundida.
-Oh, no te preocupes por mí -dije lo más tranquila que pude y sonreí-. Lo soy, solo que él no me había dicho que tenía una novia.
Jason me miraba incrédulo. Salí de la habitación y esperé pacientemente hasta que ambos acabaron de vestirse, pensando en todo lo que le diría a él en cuanto nos quedáramos solos. Vi como salieron, incómodos por mi atenta mirada, y caminaron hacia la puerta
-Abby, hablamos después, ¿De acuerdo?
-Está bien, amor -hizo un puchero desagradable-. Hasta luego, Jane. Fue un gusto conocerte.
Solo sonreí forzadamente mientras ella salía. Jason, alias 'el imbécil de mi ex novio', se quedó parado con la cabeza apoyada en la puerta por al menos un minuto, queriendo pretender que lo que acababa de pasar era producto de su imaginación.
-Jane, yo... déjame explicarte.
-Adelante, te escucho.
Se miraba abatido, como si hubiera esperado que empezara a gritar sin darle oportunidad de decir nada, y, en consecuencia, él se ahorrara el trabajo de inventar una buena excusa.
-Abby... es... una amiga.
-Oh, claro que lo es. Y una muy cercana, por lo que vi.
-Por favor, Jane, créeme.
-¿Qué tan tonta crees que soy? De verdad, Jason, solo olvidémoslo.
-¿En serio? -preguntó esperanzado.
-Sí. Olvidemos todo. Incluso nuestra relación.
Los siguientes 15 minutos fueron un desperdicio de tiempo y aire para él, mientras trataba de convencerme de que no estaba pensando bien las cosas y que no echara a la basura todo lo que habíamos pasado juntos por un momento de debilidad. No sirvió de nada, por supuesto. Mi decisión ya estaba tomada.
Empaqué todas mis cosas en el par de maletas que tenía y las dejé junto al sofá, en el que dormí esa noche. Aún tenía los ahorros que había hecho durante los pocos años que había trabajado y la herencia que me dejó mi padre, la cual había podido desbloquear apenas 2 años antes, al cumplir la mayoría de edad y que, sin embargo, nunca había utilizado. Con eso pude pagar un cuarto de hotel por todo un mes, empezando la mañana siguiente.
Desperté adolorida y ligeramente desubicada, hasta que recordé por qué estaba ahí en lugar de mi cama. O bueno, la que había sido mi cama. Faltaban pocos minutos para las 9 y sabía que Jason no iba a despertarse por lo menos en las siguientes 3 horas, y ahora solo me quedaba darle un último vistazo a ese departamento en el que había pasado tantas cosas. Después de mi momento de nostalgia, finalmente agarré mis maletas, dejé las llaves en la mesa y salí de ahí.
Una vez en el hotel, subí a mi cuarto, me quité los zapatos y miré por la ventana, preguntándome por qué había perdido tanto tiempo de mi vida con ese idiota. Pero las lágrimas que había contenido todo ese tiempo empezaron a brotar, porque sabía que me estaba engañando a mí misma y que, a pesar de todo, yo había querido a ese idiota.
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Fantasmas de mi pasado
Short StorySe dice que cuando alguien muere y su alma se queda atrapada en este mundo es porque esa persona tiene algo pendiente por hacer. ¿El problema? Un pendiente casi imposible de cumplir. Cuando Jane Lambert se convierte en la primera persona en entrar a...