xiv.

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Querido L;

Hoy viniste a mi casa...
¿De verdad creías que iba a invitarte a pasar, como si fuéramos dos viejos amigos?

Eres patético, L;

Primero me dejas, con las ilusiones en una mano y con las esperanzas en la otra, diciendo que nunca habías sentido nada por mí, que ya estabas harto de estar conmigo... Y luego, cuando ya logro olvidarte, no dejas de molestarme, y no paras de seguirme a dondequiera que vaya.

Yo ya te superé.
¿Tú no lo hiciste?

Es absurdo:  tú fuiste el que acabó con lo nuestro... Aunque, a estas alturas, ya no sé si fuimos algo.

Cartas para L.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora