Capítulo 4: "Resignación"

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Ninguna palabra fue pronunciada en el camino de regreso.

Paula estaba demasiado exhausta como para sentir algo; las emociones que la habían invadido durante ese día excedían lo que había sentido durante todo un año. Estaba tan cansada, que una vez en el edificio, no reparó en usar el elevador. Le pareció extraño que sus temores no hubiesen vuelto con plenitud cuando las puertas se cerraron, pero estaba segura de que no tardarían en hacerlo. Buscó la llave del departamento en sus bolsillos, y unos segundos antes de comenzar a desesperarse, recordó que había salido tan apresuradamente que ni siquiera se había molestado en cerrar bien la puerta.

En una situación normal, el sonido de la cerradura le indicaba que el mundo exterior había desaparecido. Cuando cerraba la puerta, ese lugar la aislaba de la gente, de los problemas y de las obligaciones. Era como si viviera solamente para sentir ese sonido. Pero hoy era diferente. Sentía como si los problemas hubiesen encontrado una forma de meterse bajo la puerta. Pero a diferencia de lo habitual, este problema no provenía del exterior, sino que pertenecía al mismo interior de Paula.

Su departamento, que hasta ahora había sido su fortaleza, se convertía en su prisión.

Una vez adentro, se dirigió al baño, y allí se encerró por unos momentos. Finalmente, se apoyó en la puerta cerrada y dejó que las lágrimas se le resbalaran por sus mejillas.

«Tantas personas en el mundo, y todas huyendo de algo, pero ¿por qué solamente a mí me pasa esto...? ».

Luego de unos minutos de auto martirio, el contacto de la puerta contra su espalda hizo que la camiseta transpirada le recordara que no solamente se sentía mentalmente asqueada de sí misma, mas también lo hacía de manera física. Se sacó la ropa de un tirón y luego de juguetear con las llaves de agua caliente y agua fría, se colocó bajo la ducha.

El agua no podía hacer nada contra los nimbos negativos que pendían sobre su cabeza, pero tenía una acción purificadora en su cuerpo. Se permitió estar más tiempo de lo normal. Cuando salió, el vapor de agua había inundado el baño. Se acercó al grifo y se mojó el rostro con agua fría, la sensación helada hizo que su cuerpo se estremeciera.

Levantó la mirada y esperó que el espejo le devolviese algo más que una silueta emborronada de su rostro, pero fue en vano. Rendida, se envolvió en una toalla, y mientras lo hacía, no pudo evitar mirar más de lo normal el lunar en su hombro. La mancha marrón clara intentaba imitar pobremente la forma de un corazón. Pero no era solo el lunar, sino también el rostro y la voz. Si bien podría explicar cada uno de esos fenómenos por separado, juntos formaban una armadura impenetrable para cualquier intento de razonamiento. Se presionó la cien con los dedos corazón y pulgar, y como si eso hubiese servido de respuesta sustituta para sus preguntas, caminó hacia la puerta.

Encontró a la pequeña durmiendo plácidamente en la cama, justo como la primera vez que la vio. Viéndola allí, por primera vez la idea de un sueño le pareció tentadora. Simplemente despertar y olvidar que se estaba volviendo loca y que no podía hacer nada al respecto, era una idea bastante agradable.

Siempre había escuchado decir que un instante podía cambiar una vida por completo, pero Paula nunca había creído en ello. Estaba segura de que seguiría viviendo una vida monótona y aburrida hasta su último suspiro. En su interior, consideró la posibilidad de que la situación que estaba padeciendo no era más que un efecto secundario de sus deseos de vivir una vida extraordinaria, y aquello le dio esperanzas. Si era algo que había creado a voluntad, solo tenía que buscar la forma de desaparecerlo.

Comenzó a reflexionar sobre la vida misma. Hacía unas horas, los problemas que la agobiaban habían parecido inmensos ante ella, pero ahora palidecían comparados a su nueva situación. Su madre, Julián, el haber abandonado sus estudios, y el estar a punto de perder su trabajo por culpa de un libro... No pudo evitar pensar con amargura que, a pesar de que ahora ese último problema parecía minúsculo, seguía esperando ser resuelto. Se vistió rápidamente y decidió concentrarse en proseguir la búsqueda que había quedado inconclusa.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2016 ⏰

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