Death Lover

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Nunca Olvidaré esa noche.

Aún después de tanto tiempo, de tantas terapias, tantos farmacéuticos, siempre interrumpo mi sueño entre gritos, luego de llenarme de pesadillas y de la frescura de aquel recuerdo. Nunca olvidaré, repito,la aterradora noche en la que conocí a la Amante de la Muerte.

Fue un viernes acompañado de un gélido aire nocturno. El viento sacudía los árboles y la luna llena estaba en el punto más alto del cielo. Mi padre dormía y yo aprovechaba la ocasión para hacer planes con mis amigos: iríamos a nuestro bar favorito a celebrar mi cumpleaños.

Apenas entré al bar, aquel familiar aroma a nicotina, alcohol y comida chatarra golpeó mi nariz.

- ¡Miren, ya llegó el cumpleañero! -Exclamó mi mejor amigo, James, mientras se incorporaba. Olía a alcohol al igual que todos; parecía que se habían empezado a emborrachar sin mí.

- ¿Es que ya están ebrios, chicos? -Pregunté, observando a algunos tambalearse.

- Para nada, Ben. -Luego de la respuesta, Finn me entregó un trago.

Después de dos rondas de nachos y alcohol, aún teníamos hambre, por lo que Marc se dirigió a la camarera.

- ¡Joe! Hermosa, ¿nos traes otra ronda de nachos y otra botella? -Pidió, guiñándole un ojo.

Joe fue nuestra primera camarera. Desde que vengo a este bar, ella siempre ha sido quien nos atiende; ya nos llevamos muy bien, cosa sencilla de lograr ante la poca diferencia de edad.

- Claro, corazón; pero tendrán que esperar un poco, tengo que ir a la bodega por más suministros. -Respondió ella con su dulce voz.

Y casi había pasado media hora y Joe no aparecía. Nos moríamos de hambre, e internamente nos preocupábamos un poco.

- Joe se está demorando mucho... -Habló Kyle, al que le respondió James.

- No ha salido de la bodega.

Miré a mis amigos por unos momentos, y luego me levanté tomando la palabra.- Iré a ver si necesita ayuda; ya regreso.

- Está bien. -Respondieron ellos.

Toqué con fuerza y rapidez la puerta de la bodega, pero nadie contestó. Aparté la barrera de mi camino y enseguida, de las sombras salió alguien con un montón de cajas en brazos que le obstaculizaban la vista. Supuse que era Joe, así que tomé las cajas.

- Ven, deja que te ayude... -Me quedé callado al notar que no era la camarera conocida. Era una chica con el mismo uniforme, pero se veía demasiado joven como para trabajar allí.

- Oye, eso me hace sentir débil. -Dijo ella, quitándome las cajas y comenzando a caminar hacia la barra.- Puedo hacerlo yo sola.

Era una chica muy bella, de cabello largo y de un color entre castaño y rojizo, recogido en una adorable trenza simple. Ojos claros, casi miel con verde, con una estatura rondando por el metro sesenta o quizá un poco más; además, su cara tenía un toque angelical, característica que compartía con el canto de su voz.

- Lo siento... Soy Ben. -Dije siguiéndola.- Pensé que eras Joe, ¿la has visto?

- Oh, acaba de terminar su turno. ¿No la viste salir? -Contestó-. Al parecer tenía asuntos familiares pendientes y tuvo que retirarse antes de tiempo, por lo que ahora yo le cubriré y seré su mesera.

Lo último lo dijo en un tono alegre y divertido, pero honestamente no me terminaba de convencer.

- Está bien, pero, ¿no eres muy joven para trabajar en un bar? -Le pregunté mientras me recostaba de la barra.

Creepypastas No Tan ConocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora