ALEC

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Estaba harto de la escuela. Alec se repetía mentalmente que era su último año, aunque en ese momento, en clase de historia con el profesor Hodge hablando, dudaba que pudiera aguantar.

Miró a su lado, Jace se encontraba dormido, recostado sobre su libro y babeando ligeramente sobre él. Alec no entendía cómo es que Jace podía dormir tan cómodo y sin preocupaciones de que el maestro le llame la atención, pero si él se recostaba un poco, era notado inmediatamente. Él era el de las buenas notas ¿no podían dejarlo ser por un momento? El resto de la clase se la pasó enumerando las cosas que Jace lograba y él no, ya que no tenía nada más que hacer. Por ejemplo, Alec era mayor que Jace y sin embargo ambos iban en el mismo grado (gracias a las tareas que él hace y Jace no). No era que le molestaba, en realidad ya se había acostumbrado. Jace era su hermano a pesar de todo; puede que no de sangre, pero desde que su familia lo adoptó crecieron juntos y a Alec no le molestaba vivir en su sombra; de todas maneras a los dos chicos les interesaban cosas distintas.

Le lanzó a Jace una bola de papel para despertarlo, la cual se quedó atorada en su rubio cabello. Se había acabado la clase y debía levantarse antes de que Hodge lo notara. Éste se quejó y fulminó a Alec con la mirada, quien simplemente lo ignoró.

Se habían terminado las clases y Alec tenía inmensas ganas de volver a casa, pero debía esperar a Isabelle y, por lo tanto, a Jace. Ser el hermano mayor tenía sus desventajas. Y no tener auto, también.

Se sentó en las gradas mientras los del equipo de basquet jugaban un partido, siendo Jace el nuevo capitán del equipo (no es que a Alec le importara, pero su hermano se había pasado todo el fin de semana repitiéndolo) y en la otra cancha, las porristas ensayaban su rutina; le tomó segundos encontrar a su hermana entre todas ellas, a pesar de tener el mismo uniforme blanco y rojo con el nombre «Néfilims» en el pecho, Isabelle se hacía notar; así era ella, siempre sobresalía entre todos, mientras que Alec pasaba desapercibido.

* * * * *

Terminando el entrenamiento, Alec recogió sus cosas de las gradas. Había terminado su tarea de historia y literatura, sabía que Jace se la iba a copiar más tarde y una vez más se cuestionó el por qué parecía que a él siempre le iba peor. Suspiró resignado, y se dirigió a la salida.

Jace ya se encontraba ahí, y lo saludó con el puño. Ahora faltaba esperar a Isabelle una eternidad, como siempre.

Alec miró a Jace, quien estaba viendo a las porristas salir. Luego, alarmado, se dio cuenta de lo que estaba haciendo, y dirigió la mirada a las porristas, como si también le interesara. De pronto se escuchó un grito y el azote de un casillero, Jace y Alec voltearon a aquella dirección y vieron a un chico moreno, con el cabello de punta y una camisa que dejaba ver su pecho, discutiendo con una de las porristas, alta, de tez pálida y cabello largo. El chico parecía destrozado mientras que ella le decía cosas que Alec no llegó a oír, pero supuso que debieron ser horribles, después se quitó un collar de su cuello y la dejó en la mano del hombre y salió de la escuela sin mirar atrás, dejando al chico ahí, sin palabras.

—Vaya —dijo Jace— Parece que Camille por fin se cansó de Magnus. Ya decía yo que ya le tocaba cambiar de novio.
—Ah, ella es Camille.
—¿Cómo no lo sabes? Es la más popular de la escuela.
—Si, lo sé, solo olvidaba su nombre. —mintió Alec, la verdad es que le importaban un comino esas cosas. Éste pensó que Camille no era "popular" en la escuela, más bien era "temida" por todos, parecía la clase de persona con la que no desearías meterte en problemas.

Finalmente Isabelle se reunió con ellos después de lo que parecieron horas, contándoles el chisme de una pareja que había terminado.

—Lo sabemos —la interrumpió Jace—de hecho, vimos todo.
—Oh, ¿en serio? me hubiera encantado verlo.
—Bueno, a la próxima no tardes tanto en salir.
—Ja, ja.

Siguieron su camino, hablando de Camille y después del chico golpeado por Sebastián y otras cosas que Alec no escuchaba. Se había quedado pensando en aquella escena. Él no sabía lo que se sentía el ser rechazado de esa forma... si sentía el rechazo, pero era diferente; sus sentimientos nunca habían correspondido a nadie, aunque fueran por unos meses o días, como las parejas del instituto. Se preguntaba si el no ser correspondido era igual a una ruptura, si Magnus y él estaban pasando por lo mismo.

Le echó una mirada de reojo a Jace, éste parecía haber olvidado el tema por completo y se dedicaba a maldecir a los patos mientras Isabelle reía a carcajadas.

Supuso entonces que Jace jamás sentiría eso. Y deseó por tercera vez en aquel día, que hubiera un poco de más suerte para él.

MALEC En la EscuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora