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Querido Efra.

Hoy te he invitado por un helado. Creí que no aceptarías pero lo hiciste de la forma más sencilla posible.
Hablamos mucho.
No cabe duda, sigues siendo igual.
Y además lo bromista no se te quita ¿eh?
Admito que me la pase muy bien contigo.
Peleamos por quien pagaba el helado.
Y luego corrimos como dos locos.
Entonces tropecé.
Te reiste un poco pero cuando viste mi cara de dolor corriste hacia mi y me cargaste.
Me sentaste en una banca y me preguntaste si estaba bien.
Tu cara de preocupación es sensacional. Me sentí protegida.
Comencé a reír y te dije que estaba bien.
Luego también sonreíste y comimos helado.
Sientete afortunado también de que te deje cargar mi mochila. Bueno solo porque las intercambiamos, como antes solíamos hacerlo.
Gracias por el día de hoy.
No cambies.

Te quiero.

Att: Jame.

No Es Tiempo Perdido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora