Capítulo dos.

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Por fin el médico se dirigió de nuevo hacia nosotros. Todos nos levantamos desesperados por saber cómo estaba Brandon.

- Le han dado una buena paliza, pero en el tac no se observan hemorragias internas ni daños cerebrales. Nuestra mayor preocupación es la mano. Tiene fracturas compuestas, los huesos partidos por varios sitios... Vamos a tener que operar.

- ¿La mano? Pero él es pianista.

- Ahora lo que nos interesa es que pueda mover la mano. Una cirujana ortopédica viene de camino.

- ¿Podemos entrar a verle? -Casi grité antes de que el doctor se girara para irse.

- Sí. Pero solo la familia.

Asentí decepcionada. De todas formas, no creo que él quisiera que yo estuviera aquí. Solo soy una completa desconocida. Supongo que era hora de irme a casa.

Me despedí de la familia Foster y salí del hospital. Esperé a que llegase el autobús a la parada y me subí a él. Así que Brandon es pianista. Recordé con alegría aquellos años en los que mi padre me enseñaba a tocar el piano mientras mamá hacía la cena. ¿Qué es lo que le llevó a abandonar a su mujer y a su hija de diez años? ¿Qué es lo que hicimos para que se marchara sin previo aviso dejándonos tan solo un sobre con dinero? De acuerdo, era bastante dinero, pero ni la mayor cantidad de dólares podría cubrir el sitio de un padre. Éramos felices, ¿por qué lo hizo? Todo ha ido de mal en peor desde entonces. Mamá entró en depresión y a los pocos meses la echaron de su trabajo. Hemos estado sobreviviendo gracias al paro que recibía mi madre todos los meses y al dinero que nos dejó papá, hasta que cumplí los dieciséis y pude traer más ingresos a casa. Pero el dinero de papá se está acabando y las facturas se van acumulando.

Cuando vi mi casa por la ventana desperté de mis pensamientos y bajé del vehículo. Crucé la calle y abrí la puerta principal. Quizás la solución era vender esta casa y alquilar un piso o algo más pequeño. Total, mi madre y yo no necesitábamos mucho.

Mamá estaba sentada en el sillón viendo la televisión, aparentemente sobria, así que aproveché este momento para hablarle del tema.

- No podemos vender la casa, Taissa. No.

- ¿Por qué? Es mucho más grande de lo que necesitamos. Y mamá, nos hace falta el dinero. Podríamos alquilar un piso cerca de mi nuevo instituto y así no tendría que gastar dinero en el bus. Viviríamos mucho mejor.

- He dicho que no. No pienso vender la casa donde te criaste. Está llena de recuerdos.

- ¡Pero los recuerdos no te van a pagar la hipoteca, mamá! -Dije levantando la voz y poniéndome de pie.- No nos podemos permitir seguir viviendo aquí. Si no la vendemos pronto, nos van a embargar. Así que supongo que preferirás tener algo de dinero para alquilar otro piso a que nos quedemos sin nada y tengamos que vivir en la parada del bus. 

Dicho esto me encerré en mi habitación. Me puse cómoda y me tiré en la cama. Estaba muy cansada, así que no tardé en quedarme dormida.

Me desperté a las seis de la tarde con el sonido de un nuevo mensaje en mi móvil.

"Ya han operado a Brandon. Los médicos dicen que en un par de horas podremos irnos a casa. ¿Por qué no vienes a cenar con nosotros? A Brandon le encantaría hablar con su salvadora. Te mando la dirección.

Lena. xx"

No pintaba nada en esa cena, pero sinceramente no sabía como decirle que no. Aunque, ¿por qué no? Me vendría bien relacionarme con gente del instituto. No me gusta estar sola en la hora de la comida.

i hate u i love uDonde viven las historias. Descúbrelo ahora