CELIA Y JOHN (SEGUNDA PARTE)

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CELIA Y JOHN (SEGUNDA PARTE)

Ya en la cabaña y habiendo acabado el recorrido, María intentaba cocinar ayudada por la pareja, continuamente los corregía sobre la manera de picar o batir y Anthony observaba con sorpresa como Sara asentía y seguía al pie de la letra los consejos, ella se limitaba a sacarle la lengua a su novio, cuando María no la veía. Cuando el almuerzo estuvo listo y servido, Samuel y María los acompañaron a almorzar, como en la visita anterior, las anécdotas de Anthony, al incursionar en una zona que no conocía, cuando era un recién llegado, protagonizaron la conversación, y Sara añadía su apreciación para imprimirle más dramatismo a las historias, rieron, riñeron como de costumbre, hasta que la atropellada entrada de Celia, visiblemente molesta, los interrumpió, no saludó, solo subió a las habitaciones y Sara disculpándose la siguió:

-          Celia es Sara, ábreme — la chica abrió la puerta con un par de prendas en las manos — ¿qué paso?

-          ¡Que se ha creído! ¿Que por sus millones o cualquier otra estúpida razón voy a aceptar casarme con él?

-          ¿Te ha pedido matrimonio? — Sara sintió como su pecho se comprimía, pobre John, pensó.

-          Si, y ha actuado como un completo idiota cuando me negué.

-          Explícate.

-          Toda la mañana fue, tengo que reconocerlo, muy bonita, sabes, besos, caricias, palabras bonitas y una que otra broma, perfecto, pero justo cuando estaba considerando que todo estaba marchando muy bien y que podía darle la oportunidad a una relación seria con él, pero en serio, sin reservas, y me sale con esa bobería.

-          Solo para estar claros ¿la bobería fue pedirte que te casaras con él?

-          Sí.

-          ¿Y entonces?

-          Pues le dije que no, obvio.

-          ¿Y? dijiste que se comportó como un idiota.

-          Me abrazo y me empezó a decir que él me cuidaría, que todo saldría bien, que él sabía que yo solo tenía miedo y que juntos podríamos superar mis miedos y que si poníamos mucho empeño las cosas podían funcionar, insistió en que él también tenía miedo pero que me amaba y me quería definitivamente a su lado.

-          ¿Qué tiene de idiota eso? — Sara se enterneció al oír el relato mal trecho y con unas impresiones equivocadas, que le contaba su amiga.

-          Has escuchado alguna vez un discurso tan barato con la única intención de conseguir que me acueste con él.

-          ¡A ok! — primero que se creía mucho, ahora que era para llevársela a la cama, Sara negaba mentalmente, su amiga echaba mano de cualquier excusa que fraguara su mente incapaz de reconocer la realidad de los hechos y sentimientos.

-          No me mires con esa cara, tú misma me dijiste la expresión que puso cuando me vio en ropa interior, pues si tiene calentura que se busque a otra.

-          Entonces ¿piensas que te pidió matrimonio para acostarse contigo?

-          ¿Por qué otra razón?

-          Pudo ser sincero y realmente te ama, porque tiene que ser un discurso barato, a mi no me lo parece.

-          A ti no te lo parece porque esas son cosas que te pasan a ti no a mí — ok, tomó nota, pensó Sara, tercera: a ella no le pasan cosas como esa.

El Primer Beso no se OlvidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora