Epílogo

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8 de mayo

Habían pasado ya dos semanas desde el festival de Coachella.

¿Se habían vuelto a ver Dana y Justin? No.

¿Habían, al menos, hablado por teléfono o mensaje? No.

¿Había Dana borrado su número tal como le había dicho que haría si su argumento no la convencía? No.

La cabeza de la morena era un completo lío.

Por un lado quería creer todo lo que Justin le había dicho, sus palabras le parecieron sinceras y en el fondo tenía razón, ¿si realmente solo quería acostarse con ella por qué rechazar la oportunidad cuando se le presentó? Además, siendo sincera, ella también había sentido esa pequeña conexión de la que hablaba Justin, aunque en su caso si que era la primera vez que la sentía y no quería mandarlo todo a la mierda.

Pero, por el otro lado, no podía evitar desconfiar. Apenas conocía a Justin de dos días —ya que ni siquiera contaba su primer encuentro—, ¿cómo podía saber que estaba siendo sincero con ella? ¿Cómo podía saber que no le había hablado de esa misma conexión a otra chica unos días antes del festival?

Suspiró y agitó la cabeza, queriendo quitar esos pensamientos de su mente. Miró el reloj que había en la pared, quedaban menos de cinco minutos para que su turno acabase y poder volver a casa... probablemente a seguir dándole vueltas al asunto y observar el número de Justin en su pantalla debatiéndose entre borrarlo o llamarle.

La campanita de la puerta sonó, indicando que un nuevo cliente había entrado. Con un poco de suerte sería el último.

—Buenas tardes, ¿qué... —La sonrisa que siempre ponía para recibir a los clientes desapareció en cuanto sus ojos chocaron con aquellos color avellana.

—Hola. —Sonrió.

—Um... ¿Qué desea? —Bajó su vista a la maquina registradora que tenía delante.

—Un frappuccino de fresa grande y un caramel macchiato con hielo grande también, por favor.

Dana no pudo evitar mirar a sus espaldas porque juraría que nadie más había entrado con él y así era, nadie más estaba con él.

Algo extrañada cogió los vasos de la pila que tenía al lado y empezó a escribir para que su compañero pudiese preparar las bebidas.

—No me has preguntado el nombre.

Ella alzó una ceja, pero lo hizo de todas formas.

—¿Nombre? —preguntó mirándole al fin a la cara de nuevo.

—El caramel macchiato es para imbécil y el frappuccino para nena, tengo entendido que es su bebida favorita.

Una sonrisa se abrió paso en su rostro al escuchar aquellas palabras salir de su boca.

—No puedo poner eso, mi encargado me mataría. —Rió.

—Entonces déjalo en Justin y Dana. —Sonrió.

Escribió sus nombres en los vasos y se los pasó a su compañero.

—Serán cuatro treinta y cinco.

—No, te has olvidado de una bebida.

—No pienso dejar que me invites.

—¿Llamo a tu encargado? —La amenazó alzando una ceja.

Ella suspiró y se resignó, aceptando el billete de diez dólares que le ofrecía Justin y dándole el cambio después.

—Iré a cambiarme, recoge tú las bebidas.

Él asintió y observó como la chica desaparecía tras una puerta.

Se acercó al otro extremo de la barra, donde servían las bebidas, esperó hasta que el chico le entregó lo que había pedido y fue a sentarse a una mesa junto a uno de los ventanales.

Un par de minutos después Dana salió y tras despedirse de un par de compañeros se dirigió hacia la mesa en la que se encontraba Justin.

—Hola —Sonrió sentándose delante de él—. ¿Cómo has sabido que era mi bebida favorita? —Le preguntó antes de darle un sorbo a su frappuccino.

—De la misma forma que sé que tu turno acababa ahora.

—Mmm... Lucía —dijo tras pensar en ello unos segundos a lo que él asintió—. Ya no recordaba que todos habíamos intercambiado los números.

—Me he dado cuenta de ello.

—Justin... —Trató de seguir hablando, pero nada salía de su boca. ¿Si ella misma estaba hecha un lío cómo pretendía explicarle nada a él?

—¿Aún necesitas más tiempo? —La miró alzando una ceja.

—Es que cada vez que me decido por una cosa u otra aparece algo que hace que cambie de opinión —Suspiró frustrada—. Si te conociese mejor todo sería más fácil.

—Conóceme —Dana le miró frunciendo el ceño—. Tienes razón, no nos conocemos mucho y entiendo que pongas en duda lo que te dije; pero si nos tomamos el tiempo para hacerlo verás como soy realmente.

—¿Hablas de tener citas?

—No sé, llámalo como quieras... —Se encogió de hombros.

—¿Y qué haríamos? —preguntó interesada.

—Pues... —Él lamió sus labios pensando en algo— Cualquier cosa en realidad, podemos ir a tomar algo o... ahora que es verano ponen un cine al aire libre cerca de donde yo vivo y...

Justin seguía hablando, pero Dana ni siquiera le estaba prestando atención a lo que le decía, solo le miraba sonriendo como una completa idiota.

No necesitaba todo eso, es decir, le encantaría hacerlo, pero no para que Justin le demostrase como era realmente o sus intenciones, ya lo hacía solo planteándole la simple idea de hacer todo esto.

¿Por qué se esforzaría tanto si no le importase o la fuese utilizar solo para un revolcón? Justin era un chico muy atractivo y no dudaba que tendría a más de una detrás de él, no tenía la necesidad de ir detrás de nadie.

—Y no sé, si a ti se te ocurre alguna otra cosa podemos hacer lo que quieras. —La miró, esperando su respuesta.

—Suena bien. —Sonrió contagiándole.

—¿En serio?

—Claro —Asintió—. Como tú has dicho podemos hacer cualquier cosa, lo importante es la compañía, ¿no?

—Sí, eso dicen. —Volvió a sonreír.


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Company • jb [o.s] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora