Esto no puede estar pasando

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No sabía cuanto rato había pasado desde el incidente. Parecía que el tiempo se hubiese congelado, como si quisiera que viviera en el mismo infierno. Mis dedos se encontraban agarrotados y me dolía todo el cuerpo a causa del frío.

Cerré los ojos con la intención de que cuando los abriera, todo resultará ser sólo un muy mal sueño. Sin embargo, no importaba cuanto lo negara, cuanto llorara o deseara con todas mis fuerzas que esa escena fuera irreal, la realidad se imponía inamovible.

-_____, _____- Unas manos sacudían mis hombros con insistencia. Mi vista se enfocó en la figura que se encontraba en frente. JungKook estaba en cuclillas intentando captar mi atención. Su voz resonó como un eco lejano en mi mente.

-Se que estas en estado de shock, pero tenemos que hacer algo...- hizo una pausa mientras tragaba saliva con dificultad, al parecer el también estaba preocupado.
-...y tiene que ser rápido-.

Con el mayor esfuerzo y toda la voluntad que fui capaz de reunir, me levanté con dificultad con la ayuda de JungKook, cuyos brazos sujetaban firmemente los míos.

Me observó por varios segundos analizando en busca de cualquier indicio de que fuera a romperme; cuando tuvo la certeza de que eso no sucedería, me soltó con torpeza y se dirigió hacia la parte posterior de su auto. El sonido al abrir la cajuela de vehículo, se perdió ante el rugido del viento.

Mi cabello azotó con furia el rostro dando pequeños latigazos que hacían escocer mis mejillas. La sangre que parecía haberse secado de la herida, hacia que la piel se tensara alrededor del chichón que se había formado en mi frente como consecuencia del impacto.

Unos minutos más tarde, JungKook emergió con una pala y un pedazo de tela colgado del hombro. No se necesitaron palabras para comprender lo que quería hacer. Con un rápido movimiento, me entregó la pala e indicó con la cabeza en dirección a los arbustos congelados.
Se agachó junto al cuerpo y estiró la tela lo más que pudo. Sus bíceps se tensaron cuando arrastró al hombre sujetándolo firmemente del torso y dejándolo caer sobre la sábana vieja.

Me alejé de la carretera no queriendo ver más de esa escena tan inverosímil. El metal de la pala se sentía increíblemente tibio contra la palma de mi mano, estaba segura que era debido a que había perdido parte de la sensibilidad en los dedos.

Caminé hasta encontrar un terreno baldío a unos metros de la ruta. Clavé con fuerza la pala hundiendola con la ayuda del pie y apartando la densa nieve hacia un costado. Me concentré en cavar un hoyo lo suficientemente amplio y fue en ese instante que mis pensamientos comenzaron a fluir como un torrente descontrolado.

El hombre debía tener alrededor de unos cincuenta años. ¿Qué hacía en ese lugar a estas horas de la noche? ¿Tendría una familia? ¿Hijos? ¿Esposa? ¿Estarían esperando por él? ¿Como reaccionarían al ver que nunca regresaría a casa? ¿Pensarían que los había abandonado? ¿Lo esperarían? ¿Por cuánto tiempo? ¿Podrían seguir con sus vidas viviendo con la incertidumbre de no saber lo que realmente pasó?

Había llegado a mi límite tiré la pala con violencia contra el suelo y apreté los puños contra mis ojos hinchados de tanto llorar. Si tan sólo hubiera comprado comida por la mañana, podría haber negado amablemente la invitación de JungKook, haberme despatarrado en el sillón y haber mirado las mismas películas que pasaban por el cable todo el tiempo y que ya sabía de memoria.

No quiero pasar el resto de mis días en la cárcel y más aún, que tengo una larga vida por delante.

En un abrir y cerrar de ojos todos los problemas que había tenido hasta ahora, carecían de importancia en comparación con el que estaba viviendo.

Un ruido detrás hizo que me sobresaltara. JungKook se materializó arrastrando un bulto de su tamaño envuelto en la sábana. Lo depositó con cuidado en el hoyo que había terminado de cavar hacía varios minutos.

Al ver que no me movía, envolvió su mano ensangrentada alrededor de la mía y retiró con delicadeza la pala que sostenía. Lo observé tirar tierra en el agujero hasta que éste estuvo completamente tapado y esparció con los pies la nieve borrando así cualquier rastro de que hubiese sido apartada en primer lugar.

Aún aturdida, admiraba la capacidad de JungKook de mantener la calma en éste tipo de situaciones. Entrelazó nuestros dedos guiándome hasta donde estaban los dos vehículos estacionados.

-¿Q-qué hacemos con mi auto?- Mi voz salió como un suspiro que dudaba hubiese escuchado.

Se volteó para enfrentarme y volvió a colocar sus manos a cada lado de mis hombros; sus ojos transmitían una sensación de calidez y serenidad que eran oportunos para ese momento.

-_____ quiero que me escuches- Su voz sonaba ronca pero segura -Vas a tomar mi auto, conducir hasta mi casa y esperarme ahí- Depositó un beso en mi frente antes de entregarme las llaves. -Yo me encargaré del resto-

No quedaba otra que confiar en sus palabras. Mis piernas se movieron mecánicamente llevandome hasta el auto de JungKook. Una vez adentro, encendí el motor y apreté el acelerador queriendo dejar atrás la noche en que mi vida cambió para siempre.

Mi Acosador (Taehyung y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora