Toda mi vida he sabido lo que soy. Me han preguntado tantas cosas absurdas tantas veces.
-¿ Pero como sabes que te gustan las mujeres? ¿Lo has intentado con hombres?-
Lo cierto es que no, nunca he besado un hombre si quiera, el pensarlo me provoca nauseas. Una vieja amiga hetero me explicó que es algo que viene de adentro, algo que construyes bajo tu propia percepción. Los psicólogos dicen que para saber quien eres y qué te gusta debes conocer y experimentar. Yo no sé cómo será, solo sé que un día al despertar lo supe. Me senté cómodamente en la mesa para almorzar junto a mi familia y simplemente lo dije mientras masticaba pan de flauta. Hasta el día de hoy reímos al recordar sus caras, y ni que hablar de sus dudas. Nunca me sentí incómoda al hablar sobre mi sexualidad, inclusive con mi familia. No es algo raro ni está mal. Recuerdo que después de unos cuantos años debí explicarselo a mi prima de 10 años, pues ya no era tan pequeña y yo no me limito a ocultarme en un puto "clossed". Confiando en su inteligencia y mi seguridad intenté explicar que me gustan las mujeres y no los hombres, así como a ella el helado de chocolate y no de vainilla. ¿El resultado de esta conversación? Fuimos a tomar un helado de chocolate.
Cabe aclarar que no todas las familias reaccionan igual, y que muchas lesbianas temen mostrarse al mundo. ¡Que cosa más tonta! Como si fuesemos por la vida exigiendo que otras mujeres se acostasen con nosotras. Ser homosexual es una orientación, no un delito. Pero bien dicen que lo distinto asusta.
A decir verdad, me pase la mayor parte de mi vida comunicando al mundo mi gusto por las mujeres. Así me quedé sin amigas. Luego decidí mudarme y conocer otra ciudad, así llegué aquí. Desde entonces he sido más discreta, rodeada de hombres que creen que estoy casada o algo así, y me hacen propuestas con las cuales -nunca lo sabrán- no se me mueve un pelo.
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Flor de loto
Teen Fiction《Porque el amor no tiene límites. Es inseguro, dispuesto, valiente y puro.》 Jayme, conocerá a quien traerá calma a su vida. Elena, se conocerá a sí misma. Para el amor no hay edad, religión, raza ni sexo.