Capítulo 1. Anticipación.

2.4K 122 176
                                    

  El laberinto. Hacía un año atrás era una verdadera obra maestra, algo de lo cual el poderoso monarca se había sentido orgulloso, hasta que ella se fue y todo se transformó en ruinas. Todo menos sus habitantes, el trono y el rey.

  El Rey Goblin salió de la tienda y suspiró viendo con qué lentitud su castillo estaba siendo restaurado. Era una lástima que en ese tipo de trabajo la magia no pudiera utilizarse en el Underground. Qué lástima... que tampoco la magia pudiera reconstruir su corazón... Un año de dormir a la intemperie, un año de dolor e incomodidades. ¿Y ella? ¿Había ella sufrido alguna incomodidad? ¡Por supuesto que no! Ella había regresado al confort de su hogar, sin daño alguno. ¡No era justo! Sonrió amargamente a sí mismo con dicha reflexión. ¿Cuánto daño podía hacer una simple muchacha, no? Pero, no. Sarah Williams no era una chica ordinaria, de haber sido así, él nunca se habría enamorado; de haber sido así, él hubiera vencido; de haber sido así, Labyrinth fácilmente hubiera tenido una reina y un heredero que ahora él debería estar disfrutando...

  Volvió a ingresar a la tienda. Por más bonita que resultase decorada con alfombras y demás "lujos" que pudieren agregarle, no era digna de un rey. Sí; él podría pedir asilo en algún otro reino vecino y dirigir desde allí la reconstrucción del suyo, pero, él era demasiado orgulloso y lo consideraba una muestra de debilidad ante otros reyes que podrían tomar ventaja. ¿No sería justo que le diera asilo la causante de sus infortunios?

  Observó a su alrededor. ¿No era más digno de un rey un techo firme y seguro; una cama mullida en vez de un catre; el calor de un hogar en vez de una fogata? ¿La compañía de una joven e ingenua, aunque cruel, mujer en vez de pérfidas y ambiciosas amantes o prostitutas? Giró su muñeca y un cristal se formó en sus dedos; su mirada se concentró en él.

  Allí estaba ella, la causante de todas sus desgracias de regreso de un arduo día de estudio. "Dulces dieciséis" pensó con sorna al verla dejar sus libros sobre la cama. Y él consideró que aún estaba más hermosa que antaño. "Irónico. Mi reino destruido y ella resplandece."

  —Necesito ese resplandor. Lo quiero. —Se la quedó viendo—. ¿Cómo es que dicen ustedes, los mortales, mi cosa preciosa? Si la montaña no viene a ti, entonces, ve por ella... Y... yo pienso escalar esa montaña una y otra vez.

  Dio un último vistazo a su anhelo y echó su cabeza hacia atrás, en aterradora carcajada, arrojando la esfera de cristal al aire para que se desvanezca.


  —¡Sarah, apresúrate! —Karen exclamó desde el piso inferior—. Pronto llegará tu padre y no quiero oírlo quejarse porque nosotras no estamos listas.

  —¡Ya voy, Karen! —gritó desvistiéndose para cambiarse con algo más formal—. ¡Acabo de llegar, por todos los cielos! —resopló más para sí que para la mujer que seguro no llegaría a oír su queja.

  Si alguien le preguntara como estaban las cosas, Sarah Williams diría que bien, pero, en el fondo, nada había cambiado demasiado. Sí, era cierto que ella ahora podía mantener, muy de vez en cuando, una amena conversación con su madrastra, pero, simplemente no congeniaban y había viejos rencores que tal parecían ninguna de las dos pensaba olvidar. Si le cuestionaran sobre su padre ella contestaría: "¡Oh, él está muy bien! Tan ocupado y distraído como siempre. ¿Qué le envíe sus saludos? Se los haré llegar... Ni bien tenga un minuto de su atención...," murmuraría para sus adentros. Si nos refiriéramos a Toby, allí la cosa cambiaba un poco más, ella adoraba a su hermanito y disfrutaba de sus monerías, lo consideraba un tesoro, un tesoro por el cual ella había luchado y pagado un precio. Aunque, aún a veces, le molestara tener que cuidarlo. ¡Ella quería tener su vida, por todos los cielos!

Viviendo dentro de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora