Capítulo 11. Confianza.

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  —¡Al fin! —Jareth clamó en el cuarto de Sarah, su espalda apoyada en la puerta cerrada—. ¿Estás bien?— le cuestionó preocupado.

  —Sí... Tenía miedo... No sabía si él podía traspasarte. —Jareth sonrió.

  —Mi chiquita, él no es nada, él no es nadie. Ahora... —la hizo girar como en un paso de baile y la acercó a su cuerpo— en vista de que fui tu héroe... mi premio... —La sorprendió con un apasionado beso, el cual fue interrumpido por la voz de Karen—. ¡Por todos los cielos! ¿Es que no tienen ningún respeto aquí?

  —Ella debe estar muy preocupada. Recuerda que sólo me han visto huir a mí de la cocina, sin explicación alguna.

  —¿Sarah? —la mujer volvió a cuestionar.

  —De acuerdo. Puedes contarle todo, menos, lo de tu amigo invisible. —Le sonrió divertido. Ella le correspondió y abrió la puerta.

  —Pasa, Karen —dijo la chica y la madrastra la estudió.

  —¿Sarah, qué ha pasado? ¿Ese hombre se atrevió a molestarte?

  —Bueno... yo estaba pensando en voz alta y él me preguntó al respecto... Te imaginas cómo le habré contestado. —Incómoda, frunció los labios porque esa respuesta se la había dado muchas veces a ella. Karen sonrió.

  —Bien, es bueno que hayas empleado algo así, esta vez.

  —Él dijo que papá lo había enviado y que parecía que él no confiaba en mí. Yo... estaba preparando un emparedado y me preguntó si me había quedado con apetito, a lo que yo le contesté...

  —¿Para tu amigo invisible? —No es que Karen fuera adivina, sólo que ella había estado de ese lado, alguna vez. Sarah cabeceó.

  —Y le dije que cuando se enfadaba, podía ser muy cruel...

  —Puedo imaginar el tono que usaste. —Karen apretó los labios en una sonrisa—. ¿Y él se mantuvo sereno todo ese tiempo? —Ahora, su rostro era de circunspección.

  —No. Él dijo que era una buena cualidad que me gustara jugar, dependiendo en qué la usara y que le gustaría saber qué tanto hacía con... —se sonrojó provocando una secreta sonrisa en los labios de Jareth— mi amigo invisible. Le respondí que él no me tendría en el bolsillo como a papá y... él dijo que no era allí donde quería tenerme... —Los ojos de Karen no daban crédito a sus oídos. ¡¿Cómo podía ser ese hombre tan desvergonzado?!— ...Le pedí que se marchara y él dijo que no debía tratar así a mi futuro novio y amenazó con quebrar la relación de su padre y el mío. Yo le dije que él no tenía poder sobre mí... y eso pareció enfurecerlo... Intentó atraparme, pero, algo se lo impidió y trastabilló hacia atrás... —La joven escuchaba atenta las palabras susurradas en su oído—. Yo volví a pensar en voz alta y él me preguntó si estaba loca y que, si era así, tanto mejor ya que nadie creería lo que él... No terminó la frase. Allí se calló nuevamente. Intentó atraparme y... le esquivé y creo que se golpeó la cabeza o algo... Él parecía... perturbado.

  —Perfecto, mi chiquita.

  —¡Tu padre va a tener que oírme! ¡No quiero a ese sujeto nuevamente en casa! ¿Cómo se atreve a tratarte así y frente a nuestras narices! ¡Sabía que había algo en él que no me agradaba! ¡Y... tu padre, enviarlo a ti estando sola! ¡Por todos los cielos! —Acarició el rostro de Sarah—. ¡Pobre niña! Fuiste muy valiente, Sarah; y astuta. Creo que es por ello que no tienes novio. —Rió—. Los muchachitos son poca cosa a tu lado, ¿verdad? A veces, eso pasa. Pero, no te preocupes, cuando menos lo esperes, llegará esa persona que tanto buscabas.

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