Capítulo 4

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Aomine estaba aburrido, ya habían salido uno que otro muchacho, un par de gordos tatuados, un chico extremadamente delgado y uno afeminado (ellos claramente serian presa fácil), no nadie de su gusto... Bufó molesto, como haría para convencer a Himuro, el chico le gustaba un montón y no solo físicamente, también era simpático y disfrutaba el basquetbol era bueno y le daba pelea.

De pronto un último preso bajo del autobús, era un niño prácticamente, sus cabellos negros y piel blanca le recordaba a Himuro, pero mucho más bajo, y su expresión de miedo, pero aun así su mirada llena de altanería y reto le recordó un poco a Sakurai, quería protegerle...si definitivamente el era el elegido.

Estuvo a punto de retirarse del lugar pero otro autobús llego y se estacionó justo detrás del primero. Aomine paró su andar y fijo su vista en el .un policía fue el primero en salir del autobús, un castaño alto y con los músculos marcados, ahora si esos debían ser los transferidos, sonrió Aomine, no podía negar que estaba curioso.

El castaño dio la señal de que podían salir, y el primer preso piso el patio de la prisión.

Aomine le vio y parecía muy atractivo, su cabello hasta los hombros, su piel blanca, sus cejas tupidas y ojos color olivo, 2 perras no le caerían mal, pensó. El resto de los presos comenzaban a saborearse ese cuerpo delgado pero marcado, pero en cuanto ese chico sonrió, la idea de todos se fue al carajo, su sonrisa tétrica y su mirada claramente gritaban peligro, un escalofrío le recorrió el cuerpo, no solo a él, también al resto. En verdad parecía muy peligroso, y más cuando empezó a provocar a los presos que previamente le habían estado gritando todo tipo de cosas perversas y libidinosas.

El azabache, comenzó a chupar su dedo medio con total descaro, metiéndolo hasta el fondo y cerrando los ojos mientras lo lamia, metiendo y sacando el digito de su boca, haciendo sonar con cada movimiento las esposas en sus muñecas. Aomine no pudo evitar quedar prendado del acto, su entrepierna despertó instantáneamente, el resto de los reos gritaban por mas, pero en el momento que lo saco, claramente les dejo a todos sin habla.

El azabache les pinto el dedo a todos, mostrándolo obscenamente, claramente faltándoles al respeto, retándoles y humillándoles, riéndose con burla y saña, sin miedo alguno.

Todos estaban serios, la mirada de ese sujeto era aterradora, el policía a su lado le jalo del brazo y lo pego a su cuerpo, susurrándole una advertencia al oído, claramente molesto. El azabache dejo la provocación pero no la sonrisa ladina, esa sonrisa escalofriante.

-Basta de eso Makochin...volverás a meternos en problemas...-

Un enorme, gigante, coloso...si no encontraba mas sinónimos para definir a ese enorme hombre que era bajado del autobús, dando un pequeño golpe a la cabeza del azabache.

Definitivamente ese debía ser el llamado titán, no lucia tan aterrador como decían, era imponente no lo negaba, pero parecía mucho más peligroso el pequeño azabache.

Bueno y al parecer esos eran los tan mencionados transferidos, todo el mundo comenzó a dejar el lugar pero, el policía castaño dirigió su mirada al autobús en espera de algo o alguien.

Y ahí estaba saliendo del autobús, con ese uniforme ajustado, cabellos color oro y ojos color como la miel, bajo elegante, muchos presos regresaron a verle, era realmente deslumbrante.

Su mirada le recorrió por completo, de cabeza a pies, y tomando su tiempo al admirar lo bien que le ceñía el pantalón a ese redondo trasero. Los presos comenzaron a cuchichear y uno que otro a acariciar su sexo, pero Aomine no podía retirar sus ojos de él, tomo al gigante del brazo guiándolo dentro de la prisión, mientras el castaño tomaba al azabache y los guiaban dentro de la prisión.

THE CHOICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora