Parte 15

191 24 5
                                    


El peli morado entró despreocupadamente con la misma expresión apática que siempre tenía ante todo.

-Bueno, les dejo para que se acomoden...- Hablo Yukio rompiendo el silencio incomodo que se había creado –Hey grandote...- Murasakibara se giro a ver al policía y atrapo una paleta de coca cola que le había lanzado el de ojos azules. –Por comportarte!...- le sonrió el pelinegro, mientras Murasakibara asentía con una pequeña sonrisa en el rostro.

En verdad Himuro no sabía que pensar del enorme hombre era tan contradictorio, su enorme físico e intimidante, con esa expresión aun mas atemorizante y esa frase que siempre hacia erizar la piel de todo preso hasta la de Aomine "Te aplastare" solía decir el de cabellos morados cuando alguien le fastidiaba. Pero también tenía ese lado infantil, ese acento aniñado y esos pucheros que de vez en cuando endulzaban su rostro, podía darte miedo y ternura al mismo tiempo. Definitivamente era la persona más extraña y curiosa que había conocido jamás y de alguna extraña razón que le hacía despertar cierta fascinación y miedo a la vez, sensaciones extrañas e igual de confusas.

-Bueno Murochin si ese es tu lugar tendremos que cambiar- Dijo Murasakibara señalando la parte de la litera en la que Himuro había permanecido sentado. –Soy demasiado grande para ir arriba...-

-Claro , claro mmh....no hay problema puedo ir arriba...- Murasakibara enarco una ceja en una expresión algo divertida –De la litera...quiero decir puedo usar la parte de arriba de la litera...- Recalco nervioso

-Claro pues de que mas Murochin...- Respondió divertido Murasakibara.

Por primera vez Himuro frunció el seño, se estaba burlando de él?...en serio?. Himuro salió de la cama y subió a la cama de arriba. Murasakibara sonrió una vez que Himuro subió y le dio la espalda.

Murasakibara se recostó en la cama, el delgado colchón aun estaba caliente y el aroma dulce y masculino de Himuro invadió sus fosas nasales. Hizo uso de toda su fuerza de voluntad para no restregar su nariz por la compacta almohada, no quería que el pelinegro viera lo desesperado que estaba, lo mucho que le ponía y sobre todo el poder que podría llegar a tener sobre su persona. Daba gracias a dios que Himuro no fuera como Makoto. Si hubiese sido así Himuro ya lo tendría comiendo de su mano, como su más leal esclavo y una cadena amarrada a su cuello.

Makoto era inteligente, manipulador, sensual y sobre todo sabia utilizar todas sus armas. Tan diferente a su azabache, que parecía tan inocente, orgulloso y sobre todo difícil. Makoto era una persona practica si tenía un problema, analizaba la situación y usaba todas sus armas para salir airado, su sensualidad y su cuerpo eran una de sus armas ms fuertes en cuanto a hombres se tratara, podía lograr cualquier cosa y dominar a cualquier hombre. Murasakibara había sido testigo muchas veces de aquello, era aterrador hasta cierto punto.

Pero Himuro era terco y necio y aunque podía haberse librado de los acosos cuando Aomine le quería, este le había rechazado al igual que ahora le rechazaba a él. Joder que podía hacer, Murasakibara sabía que era cuestión de tiempo para que el resto de hombres calientes de esa prisión empezaran a actuar. Tenía que reclamarle hacerlo propiedad privada antes de que el resto de los presos quisieran proclamarlo como Uso comunitario. El solo pensarlo hacia que la ira de Murasakibara creciera desde el fondo de sus entrañas, necesitaba pensar en algo. Quería que Himuro viniera a él, después de la última conversación esperaba que el muchacho le buscara rogando por su protección, rogando por que le hiciera suyo y le tomara.

Pero o sorpresa, habían pasado un par de semanas después de su conversación y Himuro no daba señales de querer buscarle. Así que tenía que actuar pronto, y si tenía que hacerlo a la fuerza lo haría, tarde o temprano el azabache se lo agradecería.

...-.---.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Pasaron un par de días y Murasakibara no sabía qué hacer. No se hablaban, no se trataban prácticamente era como si Murasakibara fuera invisible para Himuro. Ahí estaban ambos hombres, juntos entre esas paredes, tras esos barrotes, tan cerca y tan lejos. Cada uno en su parte de la litera, recostados pensando en quien sabe que cosas.

-Himurochi... vamos a que te duches- fue lo que anuncio un Kise al asomarse por la celda.

Murasakibara frunció el seño, ducharse? Para qué? Por qué? Y a esa hora, las visitas son en la tarde y ya eran las 8:00 pm porque se lo llevaban?-... oh mierda su esposa!-. Pensó Murasakibara.

En cuanto Himuro se disponía a buscar sus cosas de baño, una pequeña barra de jabón neutro y una toalla que mantenía a un lado de las literas.

-A dónde vas?- preguntó Murasakibara deteniendo los pasos de Himuro

-A darme una ducha, ya escuchaste!- Respondió Himuro serio.

-Vas con ella?- Murasakibara gruño. Sonó más molesto de lo que hubiera querido.

Himuro se asusto un poco al sentirlo tan cerca, pero no se movió, no porque no quisiera sino más bien porque no podía. Murasakibara le tomo con fuerza de los cabellos de la nuca y junto su frente con la suya.

-No vayas...- Susurro Murasakibara

-Tengo que ir...- Susurro igualmente Tatsuya

La situación se estaba poniendo extraña, podían sentir la respiración contraria acariciándoles.

Se quedaron así un par de segundos, hasta que Kise interrumpió, tenía que llevarse a Himuro con el resto de hombres que tendrían visita.

Himuro se separo, pero el peli morado le tenía atrapado del brazo por encima del hombro. Himuro intento zafarse pero el grandote le tomo del otro brazo. Himuro lo pensó, podría quedarse? Podría dejar plantada a su esposa y tomar la señal clara que el universo le daba?... no claro que no!.

Himuro se separo, no sin antes mirar las orbes molestas del titán, trago en seco pero aun así se las arreglo para salir de la celda y seguir a Kise. Estaba mucho menos contento con esa visita de lo que esperaba... Himuro soltó un suspiro y salió del lugar.

Murasakibara apretó los puños, quería que el pelinegro le buscara pero al parecer no seria así. Quería ser "gentil" pero ya no seria así. SI tenía que forzarlo lo haría, el solo pensar en Himuro haciendo el amor con su esposa le revolvía el estomago.

Ya vería en cuanto regresara, se encargaría de remarcar su cuerpo, de borrar las caricias y besos de la rubia, haría que el cuerpo del azabache le reconociera y reaccionara solo a él. Le haría olvidarse del nombre de la mujer y su garganta solo gemiría el suyo...Murasakibara cerró los ojos pensando en lo que haría y que esa noche el pelinegro. Descansó un rato, a las 10:00 regresaría su compañero y tenía el resto de la noche para borrarle de la memoria esas 3 horas que paso con su esposa.

-.-..-.-.-

��$��-�D��&G�2

THE CHOICEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora