12

4.6K 669 35
                                    

Asco.
Esa palabra define a la perfección lo que siento en estos instantes, me limito a comer poco, sólo permanezco serio, dejo de mirar mi plato para alzar la vista y ver a mis padres sonriendo, actúan como si fuéramos la mejor familia de todas y eso no es del todo cierto.

Me volteo molesto cuando siento un tenedor en mi mano, Janis me hace una mueca, para luego seguir comiendo, lo que me parece más inmaduro, ya que de verdad me dolió, incluso utilizo un poco de fuerza hasta el grado en que salió sangre, no en exceso, de hecho, sólo unas gotas, pero salió dejándose asomar un gusano por cada orificio que dejó el tenedor, rasco de manera casi natural, para que nadie se dé cuenta y lo he logrado.

[...]

Cuando estoy a punto de irme a dormir, escucho unos pequeños sollozos venir desde la habitación de Adrien, decido ignorarlos al escuchar los pasos de unos peculiares zapatos por el pasillo, papá al verme entrar en el baño, sonríe acercándose.

—¿Cómo ha estado mi pequeño? —Pregunta para luego acariciar mi cabeza con su mano desordenando mi cabello, me aparto con gentileza para que no se sienta incómodo.

Bien, papá —Mi respuesta es cortante, pero no le importa, ya que sólo se dedica a quedarse en el umbral de la puerta—. Adrien está...

—¿Llorando? Lo sé, puedo escuchar, pero no puedo hacer nada al respecto —Responde para luego encogerse de hombros, yo frunzo el ceño, su manera de expresarse es diferente, más fría de lo común—. Ve a descansar, Mikaela.

Sin hacerle caso me quedo aún en el baño cepillando mis dientes, él se va, pero siento algo que me vigila aún, decido ir hacia la habitación de Adrien, cuando entro puedo observar el cuerpo de mi hermano acostado en posición horizontal de la cama, al acercarme puedo notar que tiene los ojos abiertos, pero está dormido, lo intento mover, pero no reacciona.

Es ahí cuando mi cabeza comienza a darme vueltas, el dolor hace que tambalee y deba sentarme al lado de mi hermano, sujeto mi cabeza con ambas manos, pero el dolor en vez de disminuir, incrementa, antes de dejarme caer vencido por el dolor, puedo ver el color del techo de Adrien, es una mezcla de tonos verdes y azules, como manchas lanzadas al azar que me hacen recordar al océano.

Esto es sólo el preludio de una gran tormenta, donde no sólo la lluvia formara parte, sino que la destrucción tomara lugar como única protagonista.

Mikaela ©  | Libro #5 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora