Ser o no ser.

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En varias ocasiones tuvo que escabullirse para no enfrentarse a la Himemiya, su chaqueta aún no estaba lista, para su suerte su mamá había aceptado hacer una idéntica aunque haya tenido que explicarle el porqué.

En días anteriores había sentido la sensación de que Himemiya la miraba demás, que la seguía y que intentaba también permanecer cerca.
-Estoy cansada.

-¿Por qué?

-Parece acosarme, hostigarme solo por una chaqueta.

-Quizá le gustas.- Sugirió Makoto.

-"Quizás" solo trata de irritarme, probablemente intenta hacerme huir, pero está muy equivocada si cree que le tengo miedo.

-Puede que tengas razón, destrozaste su chaqueta, igual era su favorita.

Makoto se levantó e inmediatamente alguien ocupó el lugar vacío.

-¿Y mi chaqueta?

-Estoy trabajando en eso.

-¿Trabajando?

-Sí.

-¿Te gustaría salir conmigo?

-Ni en un millón de años.

-¿Por qué no quieres ser mi amiga?

-Porque la gente como tú es muy prepotente.

-¿Y no piensas que yo podría ser diferente?

-No.

-Entonces, quiero para mañana mi chaqueta.

Himeko vio como Chikane se iba, si aceptaba salir con ella, ¿Podría darle la chaqueta más tarde? Se puso de pie y siguió a Chikane.

-¿A dónde iremos?

-Mañana mi chaqueta, Kurusugawa.

-Necesito más tiempo, aceptó salir contigo.

De querer pasar desapercibida, paso a ser la rogona, la que aceptaba salir con una ricachona para poder tener más tiempo y tener la oportunidad de entregarle una chaqueta, ya que había arruinado una, posiblemente de un gran diseñador.

En ocasiones la vida te pone contratiempos, aquellos que justamente tratas de evitar. Unas personas tropiezan con la misma piedra y justamente para Himeko, una persona millonaria era una piedra dentro del zapato.

Para cuando Himeko llegó a casa, notó que su mamá aún le faltaba la mitad por coser de la chaqueta, necesitaba una semana más para entregársela a Chikane y así por fin la sacaría de su vida.

Se habían quedado de ver en la fuente del centro comercial a las 14, quería llegar temprano para que no cambiara de idea. Himeko realmente no sabía qué hacía, muy poco le importaba lo que una millonaria podría hacerle, tenía capacidad.

La tenía.

-Muy bonito vestido, ¿Te arreglaste para mí?

-¿Perdón?- Volteó, miró de reojo a su verdugo, aun así no pudo evitar una oleada de calor.

-Vamos a comer un helado.

-¿Eso será todo? Porque no tengo mucho tiempo libre, yo...

-Aceptaste salir conmigo, eso quiere decir que te dejaré libre en el momento que yo me cansé.- La interrumpió.- Además, quiero divertirme.

-Pues vayamos a comer un helado.

Entraron al establecimiento más cercano de helados, fueron a la barra a pedir un par, el de Chikane de Chocolate con menta y el de Himeko de Vainilla solamente.

Una Tal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora