Rousse.
Puñetazos volaron aquí y allá. La gente se aproximaba a ver el espectáculo que formaban hasta que el guardia de seguridad que había sacado al tal Mat apareció separando con una fuerza sobre humana a los dos jóvenes.
Jordi termino con un labio hinchado y un pequeño corte en la ceja derecha, mientras Mat tenía varias magulladuras en el rostro.
¿Por que no nos habíamos ido todavía? A decir verdad, no sabia.
-Vete a tu casa niño- el hombre alto como un ropero palmeo la espalda del rubio a lo que este como única respuesta vomito cerca de el. Asco.
-Vale, un gusto conocerles, nos vamos- mentí y tome a Leila de la muñeca para que caminara, tendría muchas cosas que explicarme.El cielo ya había empezado a aclarar y mostraba unos matices anaranjados. ¿Cuanto tiempo había pasado desde que salí a tomar aire?
Quince minutos después los taxis parecían haber desaparecido de la faz de la tierra y el mundo parecía quererse poner en mi contra una vez mas.
-Las llevo- Jordi apareció de la nada haciéndome pegar un salto del susto, Leila parecía estar en otro mundo.
-No, siquiera te conozco, podrías ser un asesino serial-¿donde esta un puto taxi cuando se necesita?
-O tan solo podría ser un chico que quiere llevarte a tu casa antes de que te roben. ¡Recibi una paliza gracias a tu amiga!
-¿¡Acaso dije que le devolvieras el puñetazo!?- Leila reaccionó y ambos la miramos. - Iremos en tu auto.- ¿acaso la falta de sueño le había fundido las neuronas?Veinte minutos después nos encontrábamos en el auto de un desconocido rumbo a mi casa con una amiga dormida en los asientos de atrás, genial.
-Entonces...- Jordi quería cortar el tenso ambiente y yo, quería dormir.
-Es esa puerta negra - dije señalando unos metros mas lejos.
Zarandeando a la bella durmiente logre despertarla al igual que despertó su mal humor. Bajamos del auto lo mas rápido posible, necesitaba mi cama.
-De nada Roxi- grito Jordi dentro del auto.
-Es Rousse...- respondí sin saber si me había oído, tampoco me importaba.
En menos de lo que canta un gallo su auto doblo la esquina y desapareció.
-¿Eres consciente que en dos horas tenemos que ir al instituto?- la castaña se encogió de hombros y abrió las puertas de mi casa. Iba a ser un día muy largo.
* * * * * *Adam.
La mañana había llegado y con ella mis pocas ganas de ir al instituto. En realidad mis ganas las había dejado en Narnia e iban a quedarse allí el resto del año.
El estomago me rugía como so tuviera cincuenta leones hambrientos en él. No había hablado con mi madre desde que toco el tema de mi padre y la verdad tampoco estaba con ánimos de hablar con nadie.
España, España, España, España era lo único que pasaba por mi cabeza. No quería dejar a mi madre sola tres meses, yo era lo único que tenia y la idea de que pensara que la abandonaba al igual que el lo había hecho me daba un mal sabor de boca. Pero la oferta era tentadora y ya había aceptado, aunque todavía estaba a tiempo de tirar todo para atrás y arrepentirme.El día estaba particularmente helado, el invierno te envolvía en un abrazo y parecía no querer dejarte ni teniendo una fabrica de colchas puestas.
Me serví una taza de café, como todas las mañanas y espere a que Victorio se dignara a despertar y me pasara a buscar. Quizas iba siendo hora de conseguir un trabajo y así poder comprarme un auto.Mirando distraídamente para pasar el rato, mi vista se poso en una foto en una de las tantas repisas que había en el comedor. La foto. La única foto que había a la vista mía y de mi padre. Una de las últimas antes de que se marchara, creo que era la ultima. Tenia al rededor de cinco años y él me cargaba en el aire, ambos con una gran sonrisa en el rostro. El insecto de la duda me picó y me pregunte que es lo que pudo haber pasado para que se terminara todo, para que se marchara, y más que nada donde estaría ahora. Pero la pregunta que más rondaba por la cabeza era saber si quizá, tendría otra familia.
El sonido del timbre me sobresalto y tomando mi mochila me encamine hacia la puerta.
-Buenos días princesa- Victorio tenia puestas unas gafas de sol a pesar que el día estaba completamente nublado.
-A que estoy guapa hoy- respondí mientras cerraba la puerta, ambos reímos.
Victorio era lo mas parecido que tenia a un hermano, era parte de mi familia y no podía imaginar mi vida sin él, por mas cursi que sonara. Era la persona mas incondicional con la que contaba y estaba completamente seguro que cualquier ser humano sobre la faz de la tierra podría fallarme y destruirme, menos él.
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Cyber love
RomanceRousse tiene todo lo que una chica de 17 puede pedir: popularidad, amigos, un buen estatus económico. ¿Pero que es ese vacío que siente? Quizá sea la llegada del invierno que la incita a querer compartir una siesta con el calor de otro cuerpo o a co...