Capitulo 14:

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Segundo día.

Aquello se repetía en la cabeza de Miguel a cada segundo. Ruben estaba tratando de hacer tocinos con huevos revueltos, pero estaba claro que no lo lograría hacer. Y es por eso que el inglés decidió tomar cartas en el asunto, y caminó hacia el refrigerador descalzo. Tomó la jarra de jugo de manzana, y algunos tomates junto a una lechuga. Iba a desayunar algo nutritivo, o cómo le decía, algo para que el estómago no crezca más.

—¿No vas a probar mis deliciosos tocinos?—Ruben preguntó mientras abría una de las puertas de la alacena, tratando de no dejar que sus preciado huevos se quemen en el intento.

Miguel sólo lo ignoró. Sabía que debía hacer aquello desde que pisó un pie en el palacio de Escocia, pero sería raro sólo ver al castaño de lejos y correr hacia otro lado cuando este trate de hablar con él.

—¿Miguel? ¿Hola?—el escocés se encontraba frente a él con una mueca de preocupación. Desde la noche anterior, ninguno de los dos volvió a hablar sobre los eventos ocurridos, o en este caso, el beso.

—Concéntrate en lo tuyo. —comentó mientras tomaba el plato que Ruben había sacado, y cogía uno de los cuchillos.

—Veo que alguien no durmió bien. —murmuró el ojiverde, y apagó el fuego de la cocina.

—Sólo cállate, y concéntrate en lo tuyo.

Ruben se quedó callado, y vació la comida en un plato. Miguel comenzó a cortar el tomate en pedacitos, mientras dejaba la lechuga remojar un poco. Se sentí mal con tratar a Ruben de aquella forma, pero si así dejaría que este lo bese lo tendría que hacer.

Ruben rueda los ojos y se sienta en la mesa, toma los cubiertos y comienza a comer. Había algo que lo llenaba de curiosidad cuando veía a Miguel, era como una mezcla de sentimientos prohibidos que la mayoría de los hombres casado sentían cuando querían engañar a su esposa o comprometida. Y eso sentía el castaño, era como si el inglés fuera un tipo de posición venenosa que a la primera probada te daña por dentro, te daña de una manera especial. Y se estaba volviendo adictivo a los labios de Miguel sobre los de él.

Porque todo lo que lleva un "Prohibido" encima, te hace querer saber más acerca de ese objeto. Y Miguel era algo ilegal, mientras que Ruben era una persona común y corriente con curiosidad dentro de su cuerpo. De todos modos, Mali no se enteraría y si lo hacía le echaría la culpa al pelinegro. A fin de cuentas, puede botarlo de Escocia con un chasquido de dedos.

—¿Me puedes pasar el tenedor, por favor?—Miguel interrumpe sus pensamientos, y asiente. Toma el cubierto y se lo pasa.

El pelinegro lo coge, y camina hacia las escaleras. Ruben lo observa, y se levanta con su plato y lo sigue.

—No me siguas.

—¿Es un delito subir a mi cuarto?—Ruben se coloca junto a él y observa el perfil contrario. Miguel era muy guapo, y eso era un bonus total.

—No, no lo es.

Ambos se adentran a la pieza en silencio. Miguel deja su plato de comida sobre el velador, y se esconde debajo de las frazadas con rapidez. Ruben se sienta a su lado y busca algo con qué entretenerse, pero lo único que logra hacer es mirar los cabellos negros contrarios y lleva su mano hacia estos, acariciándolos.

El príncipe de Inglaterra se tensa ante el tacto, y toma la mano del ojiverde apartándolo sobre él. Sale debajo de las sábanas y toma su plato, comiendo un pedazo de tomate. Ruben sonríe, pero su sonrisa se desvanece al ver la comida del pelinegro.

—¿Por qué comes verduras.. en el desayuno?—pregunta confundido. Miguel se muerde la lengua, y lo ignora.

—No es de tu incumbencia. —responde algo incómoda ante la pregunta.

—Sí es porque crees que eres gordo y feo, será mejor que te vayas a ver a un espejo, tío. Eres joder, eres hermoso y puede ser que seas un delito andante, porque si fuera un policía no tardaría en ponerte una multa por exceso de belleza. —Ruben bromea causando que el pelinegro riera con fuerza mientras sus mejillas se llenaban de vergüenza.

—¡Eres un tonto!—exclama riendo, y Ruben se queda observándolo—¿Qué? ¿Pasa algo? Seguro tengo algo de lechuga en la cara, ¿no?—está a punto de pararse y mirarse en el espejo del baño, pero es jalado hacia el lado contrario y unos labios chocan con los suyos.

Ruben lo besaba con fuerza, con ambición. Y Miguel disfrutaba del beso, porque por muy mal que sea todo esto, se había acostumbrado al sabor de los labios del castaño. Era como un embriague natural, algo que por mucho que intentes sacarlo no sale de tu cabeza.

—Eres bello, y si piensas que estás gordo no tardaré en repetírtelo miles de veces más. Me gustas como eres, así de sensible y atractivo. Eres único, Miguel.

Y en ese momento ninguno de los dos se dio cuenta de que el escocés dijo "me gustas" porque ambos estaban tan concentrados en no besarse allí mismo, que el ambiente se volvió más cálido de lo usual.

Y Miguel pensó que probablemente si Ruben no hubiera elegido casarse con su hermana, le hubiera encantado tenerlo de esposo.

Pero eso era imposible. Ruben estaba casado con su hermano y no podía hacer nada para irrumpir en el sueño de Mali y sus padres. Era algo tonto, absurdo, pero muy en el fondo quería retroceder en el tiempo y nunca haber sugerido el reino de Escocia como una opción de viaje, porque si no fuera por eso Mali-Koa no se hubiera inscrito en la celebración de Ruben junto a las demás princesas de otros países.

Ruben sabe que habrá repercusiones con todo esto, él lo sabe más que nadie. Pero por ahora sólo quiere disfrutar del presente y luego preocuparse del futuro. Porque sabe que el presente junto a Miguel es algo prohibido, y lo prohibido va de la mano con Ruben. 



Give Me Love|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora