Capitulo 3:

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Ruben trata de hacerse paso entre las princesas que no dejan de halagarlo o decirle lo muy apuesto que es. El castaño les murmura varios "gracias", y camina detrás de su madre—la cual se siente orgullosa de su mayor hijo—.

—Mamá, ¿es necesario que me presente a cada una de ellas?—pregunta algo cansado. Odiaba tener que dar la mano, y fingir una sonrisa mientras entabla una conversación sumamente aburrida.

—Ruben, escucha..—toma la mano del ojiverde, y entre madre e hijo se observan con sumo atención—De estas sesenta princesas, una será la que te acompañará a lo largo de tu vida, y es por eso que debes presentarte a cada una de ellas para que las puedas conocer—pasa sus manos por el cabello de su hijo, y con una sonrisa agrega—Ve a presentarte, ¿vale?—Ruben asiente, y abraza a su madre.

—Te quiero, mamá.

—Yo igual, pequeño.

—Ma..

—¿Pasa algo?—Ruben mira el suelo nervioso, y entre suspiro dice.

—¿Cuánto tiempo tengo para conocerla a todas?

—Las princesas se quedarán una semana entera, y de ellas tendrás que elegir a una—asiente tratando de entender, y con los nervios en su cuerpo se acerca a la primera familia que su madre elige.

Ruben quería que la tierra lo tragase justo ahora. No entendía el idioma que hablaban las personas de este reino, pero la traductora que su madre ha escogido traduce muy bien las palabras. Pero la situación es incómoda entre el príncipe de Escocia y la princesa de España. El español no se le daba muy bien, pero era capaz de saludar y despedirse.

Había visto en total unas cuarenta y algo princesas, y ninguna llamaba su atención. El solo caía sobre el palacio, y se podía escuchar la clásica música de fondo acompañando el aburrimiento. 

—Le pregunta cómo van las cosas en el reino—la mujer llamada Rose, le habla al ojiverde el cual deja de mirar a la nada, y se concentra en la muchacha que está frente a él.

—S-Sí, bien muy bien—ve a su madre llamarlo desde un extremo del salón, y pidiendo permiso camina hacia ella.

El palacio es extremadamente grande, que al menos, más de tres mil personas pueden entrar—sólo—en el salón. Ruben amaba jugar a las escondidas con Amelia en este lugar, había tantas posibilidades de poder esconderse y, aunque, correr se hacía muy difícil por el suelo resbaladizo, ambos se la pasaban de maravillas como todos mejores amigos.

—Bien, Ruben—su madre pasa una de sus brazos por los hombros del nombrado—Ella es Mali-Koa, y ellos son su padres, la reina y rey de Inglaterra—saluda a ambos, y sus ojos se topan con unos negros como la oscura noche. Era él, aquel chico que divisó cuando entró al palacio—Y Miguel, hermano de la princesa.

Su madre palmea su hombro, y pidiendo permiso camina hacia la cocina donde debía darle indicaciones al chef sobre el gourmet. Ruben se queda paralizado ante la mirada de Miguel, así que estrecha su mano hacia él, y el simple roce de sus dedos chocando con los contrarios hace que una sonrisa aparezca en su rostro.

—Mali, creo que.. debería irme—murmura el pelinegro al sentirse incómodo. Su hermana asiente, y antes de poder darse la vuelta e ir con sus padres, Ruben interrumpe.

—No, si debo conocer a mi futura esposa, también debo conocer a su muy apuesto hermano. ¿No crees?—los príncipes de Inglaterra se sonrojan ante los halagos de Ruben, y la princesa hace una reverencia agradeciendo por sus palabras.

—Está bien, me quedaré—murmura mirando una vez más esos ojos verdes, para mirar el suelo nervioso.

Miguel siempre ha sido ese hijo que todos quiere mimar y abrazar, pero sus padres se concentran más en su hija, Mali-Koa, que han dejado de lado al pelinegro. El príncipe se siente un poco triste por todo lo sucedido, pero saben que sus padres están preocupados por conceder la mano, de su hija, a un príncipe—cuyo país está al otro lado del mundo—, Miguel entiende la preocupación pero al menos quisiera poder volver a bromear con su padre o ayudar a su madre en las comprar del reino, extrañaba sentirse querido.

—¿Cuántos años tienen?—Ruben pregunta mirando a la bella chica de cabello negro ondulado, ojos del mismo color y piel algo canela.

Era hermosa, pero no tanto como su hermano.

—Estoy por cumplir los quince, y Miguel es un año menor que yo—apunta al nombrado el cual sigue perdido en sus pensamientos observando el suelo.

—Bueno en todo caso, yo tengo quince y me encantaría poder pasar la tarde con ambos—sugiere, y el rubor en las mejillas de la princesa se hace notar, cosa que le hace causar ternura al ojiverde.

—Sería un honor, príncipe Ruben—codea a su hermano—¿No lo crees, Miguel?—el nombrado agita su cabeza, y al levantar la cabeza aquellos ojos verdes lo estaban esperando por una respuesta.

—S-Sí.

Hay un momento de silencio, y la princesa toma del brazo al príncipe, y entre todas las miradas comienzan a caminar hacia la entrada del parque trasero. Ruben se sentía muy bien acompañado, aunque le hubiera gustado que aquel chico de cabellos negros lo hubiera acompañado, y sería de muy mala educación decirle a su hermana si puede llevarlo con ellos.

—Lamento su comportamiento, suele ser muy tímido cuando conoce gente nueva—se disculpa Mali, y toma asiento en el filo de la fuente.

—Es normal, yo también solía ser tímido—murmura, y se sienta junto a la pelinegra.

—Me han contado maravillas de ti, príncipe Rub..

—Ruben, me siento más a gusto cuando me llaman por mi nombre—toma la mano de la princesa, y besa sus nudillos con dulzura.

Todas las princesas estaban mirando el momento con enojo, otras lloraban en los hombros de sus padres. Era casi obvio, Ruben había escogido a la princesa de Inglaterra, y su madre lo tenía muy en claro.

—Tu hermana es muy afortunada de tener a un gran príncipe, él es todo lo que una princesa desea para casarse—Miguel gira a ver a la muchacha con una sonrisa a medias.

Amelia tenía el corazón roto al decir eso, pero si su verdadero amor no era Ruben, tendría que esperar por el indicado.

Miguel pensó en las palabras, ella tenía razón Mali-Koa era muy afortunada.

Pero el tiempo lo diría.

Las casillas cambiarían, y el palacio se convertiría en una ruleta de mentiras.


Give Me Love|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora