Capitulo 4:

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Han pasado tres días desde que está en aquel palacio. Y Miguel se siente un poco aburrido, los desayunos, almuerzos y cenas suele tenerlas en su pieza; no es capaz de bajar y ver a la familia real cenar junto a su hermana y padres, es raro.

Con cuidado se sienta al borde del banco, y con sueño observa el cielo estrellado. Solía hacer esto en Inglaterra, sentarse en el balcón y contemplar el cielo junto a las constelaciones. Era como una rutina de todos los días, levantarse en la madrugada, sentarse y observar.

Le gustaba como la claridad de las nubes, y las estrellas se podían ver. En Inglaterra el cielo es más oscuro, y contiene muy pocas estrellas. Se apoya en sus codos, y comienza a contarlas con tal de volver a ganar el sueño.

Ruben camina por los pasillos con un vaso de agua, no había rastros de que Amelia haya bajado y eso lo calmó. Mali-Koa, y él estaban compartiendo cuarto por pedido de sus padres, digamos que cuando debes casarte tienes que aprender a convivir con esa persona. Pero, al estar cerca de su pieza escucha murmullos y con incertidumbre camina hacia el balcón, en donde observa al pelinegro en unos simples shorts y un polo holgado.

—¿Acaso no tienes frío?—Miguel salta del susto, y gira a ver al príncipe.—¿Te asusté? Lo siento—río bajo, y camina hacia él.

—Respecto a la primera pregunta, me he acostumbrado al frío. Digamos que en Inglaterra la mayor parte del tiempo nieva o llueve.

—¿Cómo es allá?—pregunta Ruben, y puede ver un brillo especial en sus ojos negros.

—Magnífico. Aunque la nieve tapa todo, y además se queda en tus zapatos y guantes..—ríen, y gira a ver al ojiverde.—Es realmente hermoso cuando llueve, las calles llenas de agua reflejando las casas e edificios. Solía escaparme con Mali cada cuanto, pero a mis padres nunca les gustó que salgamos del reino sin permiso..—regresa su mirada hacia el cielo—Además, extrañaba ver los prados verdes, y Escocia es un lugar muy bonito como para recordarlos—Ruben deja su vaso algo vacío en la mesa de al lado.

—Entonces eres un hombre de la naturaleza—el castaño dice, y Miguel asiente.

—Algo así.

Ambos se miran, y Miguel se levanta algo cansado.

—Iré a dormir—informa, y camina hacia el pasillo—Buenas noches, Ruben.

—Descansa, Miguel.

El ojiverde lo ve desaparecer en la oscuridad del pasillo. Sin poder cerrar los ojos, se queda contemplando los alrededores como Miguel. En verdad nunca le había prestado atención a la naturaleza, solía encerrarse en su cuarto y ocultarse de todos, además que al escaparse a aquellas fiesta con sus "amigos" nunca se tomaba el tiempo de ver los prados de Escocia en la noche, o como las estrellan brillan a tal punto que la luna ya no es tan necesaria en el cielo.

Podría decirse que ser malo no es tan bueno, qué quizá haya estado pensando en cambiar como su hermana le ha estado repitiendo a toda costa o en verdad quiere darle una impresión a alguien especial. Él no lo tiene claro, pero está dispuesto a darle vuelta a la ruleta y ser aquel chico que solía ser y eso sólo lo llevaba a una persona.

Amelia.

Toca un par de veces la puerta beige de su pieza, no hay señales de ningún guardia ni sus padres. Mali ha de seguir durmiendo, y es por eso que se siente algo relajado. La puerta se abre revelando a una muchacha con cabellos rubios despeinados, el maquillaje algo corrido y el vestido—el cual usaba para atender a la familia real e invitados—alzado más arriba de las rodillas.

Ruben sonríe con ternura, extrañaba visitarla en las noches y jugar a ser detectives del FBI. Amelia abre los ojos de par en par, trata de arreglar su cabello o sacarse aquellas manchas de rímel de sus pómulos.

—H-Hey.

La rubia siente su corazón latir más de lo normal, y algo cansada y a la vez emocionada, responde con una sonrisa.

—Hola.

Ambos se miran, y Ruben con el corazón enternecido la abraza con fuerza. Las lágrimas comienzas a caer por sus mejillas, la muchacha no sabía qué hacer y con cariño revuelve sus cabellos castaños. El ojiverde deja descargar todo su enojo y falta de atención en esos sollozos, vuelve a sentir esa cercanía de amigos que solía tener con Amelia, vuelve a recordar cada pequeño momento con ella.. vuelva a ser cómo antes, vuelve a sentirse "vivo".

—T-Te extrañé, bubble—la rubia se sonroja ante el apodo.

Bubble significa burbuja en inglés. Y según Ruben, a los cinco años, Amelia era como un burbuja por ser tan sincera y además, por tener los ojos azules como el mar en verano.

—Y yo a ti, tonto—contesta mirando al castaño con los ojos llenos de lágrimas.

—Tenemos toda la madrugada para poder volver a ser niños, ¿vale?—toma la mano de la muchacha y entrelazan sus dedos—Tenemos cuatro horas para poder volver a ser los mismo, tenemos estas horas para poder perdonarnos y ser.. felices—la ojiazul besa la mejilla del príncipe, y jala de su mano corriendo hacia las afueras del palacio.

Volverían a ser niños, volvería jugar a las escondidas y recordar momentos.

Pero, en una de las ventanas del castillo, Miguel los observaba con felicidad.

Ruben estaba cambiando, y podía percibirlo.



Give Me Love|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora