4. En Busca de Respuestas

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Tras la terrible noticia de la inexistencia de su ciudad, los Titanes necesitaban dónde pasar la noche, para al menos poder descansar y despejar sus mentes, y así poder pensar en una solución al día siguiente. Habían llegado a un motel muy económico en el cual podrían acomodarse sólo por esa noche, debido a que no llevaban consigo mucho dinero, sólo pudieron pagar por cuatro horas.

—Bien —dijo Robin en cuanto entraron a su habitación—, esto es todo para lo que nos alcanzó con nuestro escaso efectivo.

—Bueno, algo es algo —dijo Chico Bestia convirtiéndose en perro y haciéndose bolita en la cama.

—Oh, no, nada de perros en la cama —dijo Cyborg tomando a Chico Bestia del pellejo y bajándolo de la cama—. Ajustaré el despertador; si son las 11:45... nos iremos de aquí a las 3:45.

—¡No vamos a dormir casi nada! —se quejó Chico Bestia— Todo esto es culpa de Slade —murmuró entre dientes.

—No es momento de quejarse —reprendió Robin—, deberíamos agradecer que al menos descansaremos bajo techo.

—Tienes razón, Robin —dijo Starfire—, ya no nos quejaremos.

Starfire dormiría en una de las camas mientras Raven lo haría levitando a su lado, mientras que Cyborg, que era demasiado grande para la cama, dormiría solo en la suya, obligando a Chico Bestia a convertirse en murciélago y dormir colgado del aspa del ventilador del techo.

—Duerman bien, Titanes —dijo Robin—, que mañana encontraremos la forma de volver a casa.

—Buenas noches —dijeron los Titanes en respuesta.

—Pero, Robin, ¿dónde dormirás tú? —preguntó Starfire.

—¡Oh! No te preocupes por eso, Star —contestó Robin dirigiéndose a la ventana—. Estaré bien, tú descansa.

Una vez que Starfire cerró los ojos, Robin abrió la ventana y salió hacia el techo, donde se sentó a observar la Luna. De los Titanes, él era el que estaba más preocupado por la situación. A pesar de que odiaba aceptarlo, él tenía miedo... ¿Qué tal que nunca volverían a casa? ¿Qué le pasaría a su ciudad o al mundo si nunca vuelven? Todo le daba vueltas a la cabeza, pero más que nada, no dejaba de pensar en Ladybug. ¿Por qué estaría pensando en ella? ¿Qué era aquello que sentía en su pecho? Sentía escalofríos por todo el cuerpo y su corazón se aceleraba con sólo pensar en ella. Desde que la vio esa noche, de pie frente a la inmensa luna, comenzó a sentirse extraño, comenzó a sentir algo que era mucho más fuerte que él. ¿Cómo era posible enamorarse de alguien con sólo verla? Él no creía en el amor a primera vista, pero esta vez el destino le estaba jugando un truco sucio; le había tendido una trampa de la que no podía escapar... pero tenía que... por Starfire.

—¿Robin?

Robin finalmente salió de sus pensamientos al escuchar la dulce voz de Starfire.

—¿Te pasa algo? —preguntó sentándose a su lado.

Robin suspiró. Sabía que no podía ocultarle nada a Starfire.

—Sí, verás... tengo miedo —confesó Robin—. Tengo miedo de que no podamos volver a casa, de qué voy a decirle a los otros si eso resulta verdad... estoy asustado.

—Yo también estoy asustada, Robin —dijo Starfire poniendo su mano en el hombro de Robin—, pero sin importar lo que pase, siempre te apoyaré.

Robin sonrió. Starfire siempre lo hacía sentir mejor.

—Gracias, Star —dijo Robin poniendo su mano sobre la que Star tenía en su hombro—. No tuve tiempo de ver qué te regalaron los otros.

—¡Oh, mira! —dijo Starfire sacando el libro de Raven— ¡Raven me regaló este libro de cuentos!

Miraculous TitansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora