Lazos entre hermanos.

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Hace una semana que dejamos a Vados atrás. Kyle y yo íbamos en camino al Décimo Universo. Sin embargo, por precaución, de vez en cuando nos deteníamos en algún planeta y durábamos un tiempo ahí.

-Tsk, la comida de éste Universo es asquerosa. –susurro entre dientes.

Apenas llegamos al octavo Universo, de aquí sería más fácil llegar al décimo.

-Gracias por la comida. –agradece Kyle en el idioma del planeta. Ambos vestíamos con prendas que cubrían hasta la nariz, al igual que toda la población. La mujer que atendía, se sonroja.

-¡Vuelvan pronto! –nos dice con emoción. Ruedo los ojos.

-¿Realmente eres tan guapo en todos los Universos? –me quejo en voz alta. Kyle se ríe por mi comentario.

-¿Estás celosa?

-¿De qué? ¿De que siga siendo más fuerte que tú? –me burlo. Él se ríe.

-Auch, eso dolió.

Ahora nos llevamos un poco mejor, ambos hicimos un pacto donde no nos enojaríamos con el otro hasta que todo esto acabara.

Probablemente termine muerta para cuando esto acabe.

-Ya llevamos tres días. –digo de mal humor mientras entramos a nuestra pequeña casa. Me quito las prendas de encima con furia. -¡Y ese maldito dios no se va de aquí!

-Nos ha seguido el paso desde hace cinco días. –dice Kyle imitando mi acción y quitándose las prendas, pero con calma. –Sabe que estamos aquí.

-¿Por qué? –me pregunto en voz alta. Me aviento a la única cama de la pequeña casa y caigo boca abajo.

¿Me quejaba? Bastante, esta casa tenía muy pegada la cocina del comedor, y este de la cama (que por cierto, era individual). Literalmente si querías dormir, podías ver a Kyle cocinando.

-Si seguimos viajando, nos seguirá hasta el décimo. Y eso causará más problemas. –Kyle se recuesta a mi lado con cuidado de no caerse, pero con ambos brazos en la nuca. – Estoy muy aburrido.

-Y yo muy desesperada. –murmuro en la almohada. – ¡Te extraño, Goku!

-Cierra la boca. –Kyle se acomoda de costado y me abraza a él. Giro mi cuerpo para quedar de frente y devolverle el abrazo, ambos quedando pegados en esa pequeña cama.

Aspiro su aroma. – Ya no hueles a frutas. –me quejo en su pecho. –De niños, siempre olías a frutas.

-Ya no somos niños. –defiende él. –Y no he tenido tiempo de ponerme una loción, últimamente. Me disculpo. –bromea.

Ambos reímos ante su ocurrencia por unos segundos, luego callamos de nuevo.

-Tú de niña tenías el cabello más largo. –murmura en voz baja mientras acaricia mis mechones pelirrojos. -¿Por qué te lo cortaste?

-Ser un dios es como ser un soldado. Wiss exigió que me cortara el cabello, pues así sería más fácil controlar el poder que estaba por obtener. –explico. –Además de que no quería hacer muchas cosas porque mi cabello se iría a maltratar, entonces Wiss me lo cortó.

-A mí me gustaba verte entre todos los ángeles, pues tu cabello pelirrojo siempre me gustó. –le miro al rostro, estaba sonriente. –Y siempre pensé que... aunque fuéramos gemelos, tú siempre serías la más hermosa de los dos.

No puedo evitar sonrojarme. Ambos hemos tenido un lazo entre hermanos, toda la vida nos peleamos, y de vez en cuando nos ayudábamos, pero el odio se puso entre los dos cuando nuestros padres quisieron obligarnos a casarnos. Desde ahí nuestra relación cambió. Ninguno le hablaba al otro, y mucho menos lo ayudaba... dejamos de ser hermanos y pasamos a odiarnos.

¿Ángel o Demonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora