Esperanza.

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Es difícil adaptarse, de nuevo, a los sentimientos.

Kuro se había prohibido sentir apego por alguna cosa que no fuera la Coca-Cola o las papas fritas. Incluso las personas estaban fuera de su campo. Un solitario y gentil vampiro rodando por el mundo, sin socializar, sin hablar con nadie. Porque sentir algo por alguien es problemático. Sentimientos de felicidad y de dolor vienen por igual.

Querer es una gran responsabilidad. Sobre todo por lo que es él y lo que significa su presencia en él mundo humano.

Por eso prefirió estar sólo.

Entonces llegó Shirota Mahiru a su pobre y melancólica existencia. Y Kuro cree que, por fin, podrá tener a ese alguien que lo quiera como es, con quien estar y compartir sus días tranquilos; ese alguien que lo abrace cuando las pesadillas que forman sus recuerdos lleguen a mitad de la noche, esa persona que lo consienta y lo haga reír, con quien jugar videojuegos, una persona con quien pelear por tonterías, alguien que llene su corazón de todos los sentimientos habidos y por haber pero, sobre todo, alguien que le de eso que perdió hace centenarios: Esperanza. Alguien, alguien, alguien... no es un alguien.

Probablemente Kuro vivió todo ese tiempo de soledad y recorriendo el infierno en tierra para redimir sus pecados... porque era su destino- y recompensa a sus lágrimas no derramadas- encontrarse con Mahiru. Ese alguien humano que le daría todo lo que ha anhelado siempre... Y, a cambio, Kuro le dará protección y le jurará obediencia absoluta. Junto con su amor.

No esperó una guerra pero, no le sorprendió que llegara. Su mundo, después de todo, es un problema tras otro; y, Sleepy Ash se ve tentado, en un principio, a considerar la idea de alejarse de MahiMahi. Así su humano de corazón puro recuperaría su vida normal, tal vez podría alterar sus recuerdos para que no recordará haberlo recogido ése fatídico día en aquel callejón, firmando un contrato con el demonio. Literalmente.

Kuro no olvidaría. No porque no pudiera, sino porque no querría olvidar cada momento vivido junto a quien, considera, su primer amor.

Pero los días pasan. Las semanas. Los meses... Así como los problemas, los enemigos, los momentos divertidos, los momentos queridos... Las sonrisas de Mahiru, las risas, los abrazos, los consejos, las lágrimas y las palabras que siempre quiso escuchar.

Así que se queda creyendo, patéticamente que, sin importar nada, él será capaz de proteger a Mahiru. Por el bien de ese futuro lleno de luz a su lado.

Creía que su único obstáculo hacia la felicidad era Tsubaki. Ese vampiro demente que se autoproclama el octavo Servamp. Su hermano menor.

Pero se equivoco. De nuevo.

Su error fue olvidar a aquellos que le habían destrozado una parte importante de la vida con quien sabe que estupido derecho a ordenarles algo. Y él se viera obligado a tomar una decisión. La decisión.

El C3 es todo lo que Kuro odia.
Y ese odio se reafirmo en el momento en que despertó en una habitación poco iluminada con dos tipos con toda la pinta de científicos locos, quienes le informaron de su obvio secuestro y además, de su plan brillante: separarlo de su Eve, con el fin de que ambos aceptaran cooperar con su organización del caos. Y, ya que Kuro los odia a muerte, probablemente Shirota acepte cuando esté al borde del colapso gracias a todo el tiempo que llevan separados.

Pasaban las horas y por más que el Servamp de la pereza se esforzaba, no podía sentir la presencia de su amo.
Lo único que sabía era que, para ese entonces, Mahiru ya debia estar sintiendo anomalías en su pequeño y frágil cuerpo humano. Y todo lo que veía era la chaqueta del castaño en manos del lunático frente a él.
Aún a esa distancia podía oler sutilmente la esencia de MahiMahi en la prenda.

Kuro&MahiruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora