Extra: Cabello

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"-Deja eso... es molesto."

"-Entonces es aquí donde tienes cosquillas."

Era un día de ocio.

Kuro había logrado convencer -milagrosamente- a Mahiru de quedarse todo el día en casa sin hacer nada. Ha lo que el Eve acepto de inmediato. Probablemente porque aún estaba dolorido por su movidita noche anterior o, tal vez, por el motivo que los llevó a tal acción.

Se encontraban tirados a mitad de la sala de estar. Kuro recargando la cabeza en el regazo de Mahiru, mientras éste pasa los dedos de las manos por su cabello, peinándolo. Al Servamp le gusta mucho que su novio haga eso. Ya sea en su forma gatuna o siendo humano, era relajante el pequeño masaje. Incluso adora la risa que sale de Mahiru al verlo retorciéndose en un intento de aguantar las cosquillas que los dedos del chico provocan en su nuca.

Después de la quinta ronda sexual había decidido dejar tranquilo a MahiMahi, más que nada porque el humano estaba casi inconsciente por el cansancio. Lo dejo dormido a mitad de la cama y el se encaminó a la cocina por algo para matar el apetito.

Mientras el agua se calentaba para preparar el tazón de ramen, Kuro tomó una liga y se amarró el cabello en una coleta baja. Tenía mucho calor. Después de todo, se ha pasado la noche entera abrazando un horno humano. El ejercicio fue un extra.

Para cuando terminó de comer regresó con su chico y lo abrazó para poder dormir tranquilo. La respiración de Mahiru era acompasada. Kuro casi re rompe los músculos de la cara al sonreír cuando Mahiru lo buscó a tientas en la cama. El vampiro decidió ayudarlo guiándolo hacia su pecho, donde lo dejo acurrucarse.

A la mañana siguiente -más tarde que temprano- se encontraba sólo en la habitación, pero el olor a waffles y tocino intoxicaba el aire de todo el departamento. Se levantó sintiendo todos los músculos temblorosos y agarrotados. No quiere ni pensar como estará el cuerpo del uke.

Encontró a Shirota en la cocina -vaya, sorpresa - terminando de freír las tiras del beicon. Con paso sigiloso -digno de un gato- se le acercó por la espalda y lo abrazó.

"-Mis waffles con chocolate, MahiMahi" susurró y besó la nuca del menor, justo sobre una pequeña marca que sus colmillos dejaron como evidencia de una velada digna.

Fue durante el desayuno que Kuro expresó su deseo de permanecer flojeando en casa. Sorprendentemente MahiMahi había aceptado y, después de lavar los trastes, se le unió en la sala.

Un par de piruetas el en sofá -por eso de que Kuro estaba poniéndose cariñoso y Mahiru le dió un par de golpes con los cojines porque aún le dolían los músculos que ni siquiera sabía que tenía-, y terminaron en el alfombrado piso.

Sólo Shirota se movió, quedando sentado y sin quitar la cabeza de Kuro de sus piernas, Comenzando acariciarlo.

"-Creí que ya no te peinarias, Kuro" Casi regañó el ambarino.

Pereza recordó que no se había deshecho la coleta durante la madrugada.

Ya habían hablado de eso. Y eso era precisamente el punto fuerte de la situación. Era el porque Kuro le ha hecho el amor como un poseso a Mahiru y, sobre todo, era el porque MahiMahi había aceptado no salir de su hogar en primer lugar.

Todo comenzó el día anterior. Gracias al calor infernal del verano, Shirota era una imitación pobre de un cachorro moribundo y sudoroso cada vez que regresaban a casa después de hacer las compras. Ni que decir del minino negro. Kuro se asaba a fuego lento bajo su propio pelaje. Incluso cuando estaba en su forma real el cabello a los hombros lo sofoca un poco.

Kuro&MahiruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora