El Cosmos de Zaffeth Frobisher

6 Un Estereotipo Cualquiera, de un Tipo Patético

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La enfermera Callin aplicaba antiséptico con un trozo de gasa, sus manos cubiertas con guantes de hule eran delicadas. Afortunadamente las heridas habían dejado de sangrar, Zaff lanzaba leves quejidos cuando la mujer tocaba su piel, pero, bueno, lo peor ya había pasado.

Logan y Skylar veían atentamente cómo la sangre era limpiada; en el rostro de Zaffeth se dejó descubrir un cardenal que iba desde la parte superior izquierda de su frente hasta la altura del hueso del pómulo, además de que su ojo se encontraba morado e hinchado como una ciruela, lo poco que dejaba lucir del color de sus ojos, era que se encontraba inyectado en sangre, al igual que su ojo derecho y el lado izquierdo de su labio superior, partido. La señora Callin tenía buen ojo para las mentiras cuando los alumnos llegaban con heridas tan graves como las de Zaffeth, por lo que cuando el chico le contó que lo habían asaltado unos maleantes en la calle, no le creyó. No se lo haría saber al chico, pero sí a sus amigos y al director Lewis.

—Esos... chicos —dijo la señora Callin, siguiéndole el juego a Zaffeth—, ¿con qué te golpearon?

—Sus puños... y cosas que encontraron por ahí —dijo Zaffeth sin parpadear (no que pudiera hacerlo, a decir verdad).

—Oh, ya veo... Quítate la playera —pidió la enfermera con un tono severo.

—¿Qué?

Los rostros de Logan y Sky también reflejaron que se hacían esa pregunta.

—Quítatela, considero muy poco probable que sólo te hayan golpeado en el rostro. Vamos.

Zaffeth miró a Sky y a Logan con vergüenza, si había algo que le apenaba más que su pasado y su condición actual, era su cuerpo; así que, con dificultad, se retiró la playera de color negro que había disimulado a la perfección las manchas de sangre. Dejó al descubierto su pecho, su abdomen y sus brazos ante tres personas que miraron escandalizadas, aunque en diferentes niveles, por ejemplo: la enfermera Callin simplemente suspiró con un gesto muy discreto de disgusto, mientras que Logan y Sky estuvieron a nada de gritar como si una rata les hubiera trepado por los pantalones; pero de ahí en fuera, no dijeron nada, sabían a la perfección que la enfermera solía ser permisiva en muchos aspectos, pero no toleraba que los demás sintieran asco por apenas avistar un poco de sangre.

El pecho y abdomen de Zaffeth relucían coágulos enrojecidos debajo de la piel (algunos con forma de dedos apretados en un puño), los más inflamados habían pasado a ser de color púrpura y areolas verdosas; había demasiados como para dejar espacio a su tono de piel habitual.

—Recuéstate —ordenó la señora Callin—. Iré por al almacén por una pomada para eso. —La enfermera se veía muy locuaz para lo que estaba sintiendo el chico, que estaba esperando por el momento en que todo su cuerpo dejara de doler. La enfermera se dirigió hacia los otros dos chicos que más parecían gnomos de jardín por lo quietecitos que estaban, y les dijo—: Ustedes dos. Vengan conmigo. Ahora.

Salieron de la sala de enfermería y tanto Logan como Skylar repararon en que la enfermera caminaba muy rápido (tanto como lo podía ser una señora de su edad); llegaron la esquina del pasillo y la enfermera se detuvo al doblar a la derecha.

—¿Qué sucede, no iríamos a la bodega? —preguntó Logan.

—Por favor, señor Denbrough, ¡sea razonable!, ¿para qué quiero a dos gorilas ayudándome a ir por una pomada?

—¿Algo anda mal, señora Callin? —preguntó Sky. Las clases tenían minutos de haber comenzado, y fue entonces que la enfermera del instituto se mostró nerviosa todo ese tiempo:

—Su amigo..., no fue agredido en las calles.

—¿Qué? ¿¡Cómo!? —exclamó Logan; Sky lo mandó a callar.