4.09: Hoy estoy en uno de los aeropuertos de una ciudad de Brasil. Cuando estaba viajando me venía desmotivando, recordé el último viaje que tuve.
En aquél entonces estabamos bien, nos confiabamos todo, hablabamos muchísimo. Recuerdo lo que sufría al no poder hablarte a cada momento para saber cómo estabas o para contarte qué había echo o visto, recuerdo la emoción con la que volvía sabiendo que te iba a volver a ver, que iba a escuchar tu voz, que ibamos a poder hablar... Recuerdo que cuando llegué a casa de ese largo viaje me fuí a dormir directamente para que el tiempo pasase rápido y así poder verte y abrazarte. Recuerdo que cuando llegué, por fin, al colegio corrí hacia donde estabas siempre con tus amigos, y sin importarme quien estaba con vos o qué estabas haciendo (que igualmente notaste que llegué. ¿qué otra loca estaría corriendo a las 7 am en un pasillo en silencio hacia vos?), salté y te abracé. Recuerdo la satisfacción que sentí al poder hacerlo otra vez. Recuerdo, también, cómo casi se me caían las lágrimas, y por no hacerte pasar un mal momento me las aguanté. Jamás voy a olvidar tu sonrisa cuando por fin te solté, ni las ganas que tenía de quedarme entre tus brazos...
Me venía desmotivando, sí, al pensar en todo lo que pasó y saber que no va a poder repetirse, al saber que no vas a estar ahí para mí, nunca más.