Ayato sonrió orgulloso de sí mismo en cuanto recordó que Nozomi no se acercaba a los Mukami.
La advertencia que le dijo era muy en serio. No quería que ella hablara con ellos o con alguien más.
Pero a pesar de la advertencia, Nozomi no volvió a hablarle; ella en serio había terminado con él, y él no podía soportar eso.
¡Ella era de él! ¡Ella lo ama! Entonces si tanto lo ama...¿Por qué ahora lo mira con tanto desdén?
«Ella no puede odiarme..., no, simplemente no puede...ella me ama»
Ayato suspiró y se escondió su rostro con sus manos. Si su corazón latiera, estaría seguro que ahora mismo estaría latiendo rápidamente.
Es que...él nunca ha sido un romántico, él nunca se ha humillado por una chica, ellas se humillan por él, pero esa chica era su Nozomi; su novia -o ex novia, aunque para Ayato nunca terminaron-.
«Debo dejarestemalditoorgulloporahora.»
Se levantó de la silla, tomó el ramo de rosas que había sacado del jardín y caminó hasta la habitación de Nozomi -había notado como ella no salía de su habitación hace como tres horas-, cuando estuvo frente a ella toco la puerta con suavidad.
— Entra.
Ayato escondió rápidamente las rosas detrás suyo y entró en la habitación un poco sonrojado.
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Nozomi levantó la vista de ese grueso libro que estaba leyendo, y en cuanto lo vio, su ceño se frunció con desagrado.
«Auch, esodolió.»
— ¿Qué quieres?
— Yo quiero...quiero...
— Necesito estudiar, así que habla rápido. — pidió Nozomi con frialdad.
Ayato suspiró y le extendió las rosas.
— Yo quiero pedirte disculpas.
— ¿Por qué? ¿Por decirme que nadie estaría conmigo? ¿Por qué te disculpas?; después de todo, Ore-sama siempre tiene razón. — Espetó Nozomi.
— No digas eso, Nozomi. Tú no eres horrenda. — dijo Ayato con toda la sinceridad del mundo.
Y él no estaba mintiendo, Nozomi era la chica más atractiva que hubiera visto -aunque sea una cerebrito- y la amaba tal como era.
— Sí, como digas. No me interesa. — dijo Nozomi sin interés.
Ayato se acerco a ella con el ceño fruncido.
— ¡Lo siento! ¡Lo siento muchísimo! — farfulló —, ¡Es sólo que...Los celos pudieron conmigo! ¡No me gusta verte hablar con ese Mukami por que pienso que te vas a ir con él y me vas a dejar solo!
— Yo nunca te dejaría solo...
— Pero lo estas haciendo. — interrumpió Ayato con suavidad.
Nozomi suspiró.
— ¿Acaso tú estarías con una persona que la humilla?
Ayato se quedo en silencio.
— Lo siento, lo siento, lo siento —repitió Ayato mientras le tomaba el rostro y lo acariciaba con lentitud y delicadeza —, te amo tanto...no quiero perderte.
— Está bien —murmuró Nozomi mientras esbozaba una pequeña sonrisa—, te perdono.
Ayato aguantó las ganas de llorar, pero en vez de hacer eso; la abrazó con todas sus fuerzas.
— Te prometo que nunca más te haré eso. — murmuró Ayato mientras le besaba la mejilla a su novia.
