Capítulo 8

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CAPÍTULO 8

Ya no sentía frío y mis musculos estaban relajados, mi cuerpo estaba apoyado en algo blando y suave y de un salto, sin pensarlo, me levanté del cómodo mueble que hasta ahora no me había dado cuenta.

-¡¿Que hago aquí?! ¡¿Donde estoy?!- Miraba para todos los lados buscando respuestas pero la fé de que no fuera la casa de Daimond se desvanecieron cuando vi al chico que no se presentó la última vez que lo vi en la entrada de la casa.

Lo bueno es que seguía con mi ropa y sin ningún daño físico excepto el fuerte dolor de cabeza que esta constante en mi mente.

-¿Quien eres y que quieres?- Se quedó apoyado en el marco de la puerta.

-¿Con que tu eres la famosa portadora de la pluma?- Pone una mueca de diversión- Nunca pensé sentir pena por alguien.

Agacho la cabeza para que no viese mis lágrimas caer por las mejillas, no me explicaba como quedaba algún líquido en mi interior con todo lo que he llorado; debería de estar mas que deshidratada.

-Puedes llorar, nadie te está viendo ahora mismo excepto yo...- En un abrir y cerrar de ojos estaba delante mía dandome un abrazo realmente cálido, no notaba ninguna intensión de burla ni mucho menos.

Mis llantos se hacian eco en la habitación y lo mas extraño es que no pude evitar abrazarlo con todas mis fuerzas.

-Bebete el medicamento con el agua que voy a pedir que te traigan, duermete, no tienes de quien preocuparte...- Acaricia por última vez mi cabello para después secarme los restos de lágrimas.

Asentí despacio con la cabeza y nos dedicamos una mirada.

Al fin pude fijarme en sus ojos azul marino y su piel pálida como la leche haciendo contraste con su cabello negro revuelto.

Frunció el ceño sin dejar de mirarme y rápidamente se fue por la puerta para fuera sin decir nada.

(...)

Tras 10 minutos de espera constante, una chica de aparentemente 25 años entra y me deja la bandeja al lado mía, ensima de la cama.

-Tomeselo, le hará bien señorita- No podía dejar de mirarla.

¿Daimond tiene sirvientas tan jovenes? Al parecer si.

-También le traje un filete con papas y salsa, espero que sea de su agrado- Me mira seria pero disimuladamente me guiña un ojo.

Abrí la boca para decirle algo pero enseguida la perdí de vista.

Al observar el plato de comida, mi estomago gruñe y mi boca se hace agua al imaginar el sabor de esa salsa.

No dudo ni dos minutos en coger los cubiertos y comenzar a comer para después tomarme el medicamento esperando que fuera para todo tipo de dolores.

Me acosté en la misma cama que me levanté y un sueño me invadió la mente dejandome en total oscuridad.

SUEÑO

-Eres preciada para mi, no puedes imaginarte cuanto- Es la voz de Daimond- Todos quieren esa pluma pero solo hay una manera...

Hay un leve silencio, aunque tampoco hay rastro de paisaje o persona, solo estoy en un espacio negro escuchando la voz de Daimond.

-Estan dispuestos a conseguir tus sentimientos para poder entrar en tu corazón y arrancarte la pluma dorada. Ten cuidado mi pequeña, nadie podrá conseguir lo que quiere de ti sin que tú lo permitas.- La brisa inexistente choca conmigo- Nadie podrá conseguir tu corazón, ni yo mismo, pero tu ya cautivaste el mio.

FIN DEL SUEÑO

Solté un grito, mis pulmones necesitaban aire y lo estaba tomando a bocanadas, el sudor recorría mi frente y me comenzaron a temblar los brazos cuando lo vi delante mía, sentado mirandome fríamente pero con un destello en sus ojos.

-¿Qué...Qué haces aquí?- Dije entre jadeos.

Tragué saliba para dejar de sentir esa seca garganta pero fue en vano.

-Es mi casa y mi cuarto, la que no tendría que estar aquí eres tu- Su respuesta me desconcertó

¿Lo del sueño....Lo que me dijo en el sueño no fue cierto? Me estaba volviendo completamente loca, el no puede entrar en mi mente y manejar mis sueños aunque tampoco puede saber que soñé con él y con sus palabras.

-Lo siento...-Volví a tragar.

Me seguía mirando con intriga.

-Sólo vine a infomarte que- Me levanté para ir a por el vaso de agua que estaba en la mesa pero el equilibrio me falló y sólo cerré los ojos para sentir el golpe pero no fue así.

Tenía dos brazos rodeandome completamente por la espalda y aferrandome a alguien.

-Ten cuidado, tu cuerpo no está totalmente recuperado...- Susurra Daimond en mi oído.

Abrí los ojos y me encontré con los suyos.

Unos ojos que hace que me debilite a cada segundo que nuestras miradas se chocan, pero esta vez era diferente, esta vez quería quedarme así, mi cuerpo no respondía a las ordenes de alejarme de él.

-Tienes...- Su voz vibraba en mi pecho de tan cerca que lo tenía.- el mismo brillo en tus ojos que cuando eras pequeña- Unas arrugas se formaron lindamente en el rabillo de sus ojos dandome a entender que estaba sonriendo.

-Y tu aún tienes...- Sonreí ante lo que iba a decir- la misma manera de cogerme cuando me solía caer a mis 6 años- Él abrió los ojos sorprendido al contrario que yo.- No recuerdo nada de lo que me digiste la última vez pero si me acuerdo de una persona, la cuál me acordé ahora de que eres tu, que me agarraba en esos momentos de tropiezos.

Sus ojos se cristalizaron de un momento a otro, sin previo aviso, pero el me soltó dejandome firme.

-Pues...no creas que estos ojos estan por llorar.- Dijo mirando a otro sitio.

-Te sigue matando el orgullo- Reí y le provoqué una sonrisa.

-¿Orgulloso? ¿YO? En tus sueños guapa- Me dedicó una mirada con una sonrisa- Antes, te quería informar que me voy de viaje durante 1 semana y que estarás servida con lo que sea.

-¿Por qué?- Fruncí el ceño.

-Me reclaman en otro citio- Me alborotó el cabello y salió, no sin antes decirme algo mas- ¡¡Y TRANQUILA, LO QUE ESCUCHASTE EN TU SUEÑO LO DIJE YO!!- Gritó justo antes de cerrar la puerta y desaparecer seguramente.

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