ÉL: — ¡Hola!
YO: — ¿Qué quieres?
ÉL: — Eres una grosera, no me saludaste.
YO: — Déjate de juegos y dime ¿Quién eres?
ÉL: — ¿Por qué te debería de decir?
YO: — Entonces si no me vas a decir, deja de enviarme mensajes.
ÉL: — Claro que no voy a dejar de enviártelos. Es divertido molestarte.