Mi novio, un demonio | original [editando]

02

Mae empezó a hacer preguntas y el espíritu las contestaba. La pequeña deseaba poder hablar con sus padres por última vez así que pidió al espíritu de dejarla hablar con ellos y este accedió y Mae feliz pero al mismo tiempo muy asustada decidió preguntar:
"¿Tu eres mi madre?". Por unos segundos Mae no recibió respuesta pero de un momento a otro el vaso de cristal se arrastró rápidamente hacia la palabra de la derecha la cuál era la palabra no y la niña continuó jugando pero no consiguió poder hablar con sus padres.
Ya había pasado casi una hora cuando en la habitación de Mae entró Haley la cual con una sonrisa le dijo:
-Ten cuidado...los espíritus a veces son engañosos- y soltó una pequeña risita. Mae detuvo el juego y con un encendedor quemó la hoja antes de dirigirle la palabra a su prima que la miraba con una sonrisa.
-Yo...yo solo quiero hablar con mis padres- dijo Mae mientras que una lágrima escurría por su mejilla.
-Mae, desde hace 5 años que conozco este juego siempre he querido poder comunicarme con mi difunto padre... pero jamás lo he conseguido y creo que no es la manera de superar la muerte de algún ser querido...solo quiero que sepas que no puedes manejar a los espíritus, ten mucho cuidado, no querrás que esto termine en otra tragedia más-. Mae bajó la mirada y Haley la abrazó fuertemente:
-Mi madre me pidió que te dijera que ya está el almuerzo y que cuando tengas ganas de bajar a comer ahí estará tu comida dentro el microondas-dijo Haley y después salió de la habitación de la pequeña niña.
Pocos minutos después Mae bajó y sacó su almuerzo del microondas. Se sentó a comer y a través de la ventana del jardín vio a su tía y a sus primas jugando a la lleva y se preguntaba cómo podían volver a ser tan felices después de la muerte de su tío Erick y porque ella no podía ser igual después de la muerte de sus padres.
Cuando Mae terminó de comer subió a su habitación, arrancó otra hoja y volvió a jugar encerrada en su habitación.
Mae no se cansaba de jugar... su deseo de hablar de nuevo con sus padres era tan grande que la impulsaba a jugar todos los días al llegar de la escuela sin obtener alguna respuesta.