Primer viaje

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Franca Trezza podría ser calificada como una mujer muy dulce. De esas que terminan las frases con un "mi amor", "mi vida", pero no dicho como un saludo a la bandera, sino como una ternura real. Tiene el pelo corto, rubio, sus ojos son negrísimos, expresivos, tristes. No mide más de un metro sesenta, es robusta sin ser gorda, de piel muy blanca; un tipo clásico mediterráneo.

"Era un tipo con alma, transparente, auténtico. Mi único hijo", afirma con una sonrisa forzada.

"Nació músico. Desde pequeño dejó claro cuál era su vocación; sin embargo, pasó por todo: beisbol, fútbol, natación, básquet, en esta última fue donde más duró, en parte para complacernos a nosotros. Una de las maestras de primaria me llama: 'Franca, lo tuve que separar del amiguito porque él, sin prestar mucha atención, entiende y sale eximido, pero el otro niñito es más lento y Giovanni lo desconcentra' ¿Qué hace cuando lo pones solo en una esquina? Empieza a hacer movimientos como si tocara algún instrumento; pasa todo el día en eso...'".

En ese instante recuerda cuando embarazada se sentaba a tocarle el órgano.

"Era un puente. Lograba conciliar las partes. Cuando entró al grupo Metrozubdivision la vacante que él ocupó (bajista) estaba libre porque los integrantes se habían peleado. Giovanni logró unirlos de nuevo. Era alto, medía un metro ochenta y dos, flaco. Tenía una gata que era el amor de su vida, negra, le puso de nombre Mumu tal como le decía a una de sus novias. Era un humanista. En eso se parecía mucho a mí. Devoraba libros. Podías hablar con él de lo que fuera, siempre tenía algo que decir, cosas interesantes, profundas. Su tema favorito era la religión. Era ateo. Creía en el ser humano. Yo, sin embargo, soy muy católica. No era peleón. Para nada. Jamás llegó a la casa amoratado o sangrando. Él no sabía pelear. Su arma de combate era el verbo y sólo eso."

Giovanni estaba estudiando Sociología en la Universidad Central de Venezuela. Al momento de su muerte había hecho un año de economía en la Universidad Andrés Bello y un semestre adicional en la Central. En el tercer semestre de Sociología fue preparador de estadística. Era un alumno aplicado.

Su tiempo libre lo dedicaba a la música. Era su pasión. Pasó por varios grupos. Primero estuvo en Skalofríos, luego en Khaos, Blackout, Zeitgeist, Despair, Drömdead y el último fue Metrozubdivision; todos encajaban dentro del género de la música industrial, una corriente que va a medio camino entre la electrónica y lo experimental. Sus orígenes se remontan a los años setenta. En su trabajo como solista Yani combinó el post punk en la primera mitad de la producción y dark folk en la última. Los dos géneros usan líricas y ritmos tristes, reflexivos, oscuros, estructurados sobre la plataforma de lo acústico.

A los diecinueve años, Giovanni decidió que no comería carne de ningún tipo, más nunca. Que sería vegetariano. Y así fue. Llegó a esa decisión al ver un programa de televisión en que se mostraba de qué forma mataban a los animales para el consumo humano. No quería contribuir con esa matanza.

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Hay partidos de fútbol al aire libre, bodas a la intemperie, misas que se celebran bajo la claridad del cielo, sin estructuras barrocas, ni púlpito

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Hay partidos de fútbol al aire libre, bodas a la intemperie, misas que se celebran bajo la claridad del cielo, sin estructuras barrocas, ni púlpito. Misas que se convocan para recordar el dolor, para presionar la herida, para no olvidar la intensidad del sufrimiento, porque eso, justamente eso, hace pensar a la gente que no murió, que el dolor tiene el poder de mantener vívido el recuerdo.

El cinco de octubre de 2010, a trece meses del asesinato de Giovanni, el lugar de los hechos, el lugar donde cayó sangre sin motivo aparente, esa redoma siniestra de La Bonita, es el mismo que sirve de escenario para la ceremonia.

La redoma de La Bonita está formada por el recodo final de la calle La Guairita, justo en una zona del este de Caracas de clase media alta. La bordea un parque en el que se juntan columpios, máquinas para desarrollar músculos, una pequeña pista de trote, algunos árboles y varios banquitos de obra limpia.

Uno de los árboles sirve de techo a la mesa con mantel blanco y arreglos florales que sostiene, con restricciones de espacio, la biblia, el cáliz cubierto por un pañuelo y un portarretrato con la foto de Giovanni -Yani para sus amigos- sonriendo. Ese toldo, justo enfrente, no alcanza para cobijar a todos los presentes.

Los colores de la escena son importantes: una masa de jóvenes viste de negro y aguarda en silencio, llora y transpira. Cincuenta individuos -aproximadamente- con camisas negras rasgadas, incrustaciones metálicas en los rostros, tatuajes, ojos maquillados de negro, muy negro; una postura encorvada y apática los uniforma.

Franca y Tony reciben muchos abrazos esa tarde. Escuchan muchas palabras a medio terminar, muchos "lo siento" que con vergüenza salen frágiles de las gargantas de los que allí están.

El Asesinato De Yani (Historia Real) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora