Fueron seis

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El orden de los hechos.

Yani recibió primero tres puñaladas por la espalda. Corrió a su carro, un Corsa negro de cuatro puertas. Se puso tras el volante. Luego Mariana y Nicolás se montaron en la parte de atrás del carro. Yani esperó a Kalo y a Fabiola que nunca llegaron. Nicolás recuerda que ya para entonces a su amigo se le cortaba la respiración.

Uno de los atacantes estaba encima de Kalo, en el piso, a unos cuatro metros del carro de Yani. Yani retrocedió y al hacerlo le pegó a Kalo en la cabeza. El que un segundo antes apuñalaba a Kalo, un joven rubio de pelo largo a la altura de la barbilla, salió corriendo con el arma en la mano hacia Giovanni, quien trató de huir, pero ya el cuerpo no le respondió. El rubio rompió el vidrio del piloto y terminó lo que iba hacer: tres puñaladas más, las últimas, las que redondearían un total de seis. El carro rodó hasta que Nicolás, también con un pulmón perforado, logró poner el freno de mano. Para entonces ya habían chocado contra un Citröen azul estacionado en uno de los laterales de la calle.

Las señales registradas por el GPS que Tony le había puesto a Yani en el carro permitieron determinar una hora aproximada de la muerte: entre las tres y cincuenta y cinco y las cuatro y diez de la mañana.

Por las aceras se arrastraba Erickson, uno de los que esa noche estaban en el grupo de Yani, con cinco heridas encima. Víctor sangraba por su pulmón. Miguel recién se levantaba del piso, lo habían golpeado en la cara hasta el desmayo. Las mujeres gritaban:

-¡Ayuden a mi amigo que se está muriendo! ¡Ambulancia, llamen a una ambulancia!

Juan Carlos, el vigilante de la torre A del edificio La Loma, salió corriendo cuando escuchó los gritos de ayuda. Se sacó su camisa y trató de detener las hemorragias mientras llegaban las autoridades.

Yraima Cedeño, auxiliar de la Multifarmacia May que está dentro del minicentro comercial, llegó horas después a trabajar. Recuerda que eran cerca de las ocho y media. A medida que se acercaba a la farmacia se horrorizaba: "Había varios charcos de sangre. Esta zona más nunca se va a recuperar de ese horror. La sangre no se fue hasta que llovió varios días después".

Los vecinos de la torre A no pueden hablar de lo que escucharon sin arrugar la cara y bajar la cabeza. "Los gritos fueron desgarradores, sobre todo los de las mujeres", revive Janeth, residente del piso once. "Aquí la acústica es muy buena, hay mucho eco porque tenemos una montaña atrás donde rebotan y crecen todos los sonidos".

Sin embargo, nadie vio nada, nadie sabe nada (o no lo dicen). A pesar de la insistencia de los familiares y de las autoridades los testigos han tomado la decisión de no contar nada a nadie, ni siquiera para mentir.

 A pesar de la insistencia de los familiares y de las autoridades los testigos han tomado la decisión de no contar nada a nadie, ni siquiera para mentir

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El Asesinato De Yani (Historia Real) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora