Los motivos, ¿por qué?

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El Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (la policía judicial venezolana) maneja tres hipótesis de cómo o por qué se desató el suceso, qué fue lo que, se puede suponer, prendió la mecha:

1) Los atacantes llegan con pistolas de paintball (hecho que se confirmó porque se recogió la evidencia de la pintura amarilla estampada en los muros) y molestan al grupo de Yani, de donde les piden que no sigan disparando.

2) Una de las mujeres del grupo de Yani le dice a las que estaban con los otros que "por qué no tripean todos juntos". Ellas se molestan porque creen que les están insinuando que están drogadas, aunque ella hubiera querido decir que se divirtieran, otra acepción de esa palabra. Comienza una riña a los golpes.

3) Erickson, amigo de Yani y uno de los de mayor edad del grupo, pasa los treinta, está muy borracho. En esas condiciones se acerca al otro bando sin ningún propósito en específico, de donde devuelven a Erickson a sus amigos y aprovechan para advertirles: "Váyanse de aquí que nosotros somos malos, muy malos y estamos drogados".

O todas las anteriores.

Yani se estaba yendo cuando empezó el problema. Se dio cuenta, puso freno de mano y dijo: "Coño, qué peo". Se bajó del carro a ver cuál era el alboroto. Seis puñaladas letales en su cuerpo -la muerte- fueron el resultado de su decisión. Su mamá está convencida de que Giovanni murió por lealtad a sus amigos: "Él se pudo haber ido, mi hijo lo que hizo ahí fue mediar, estoy segura, era eso lo que siempre hacía".

***

La única certeza es la nada. Los culpables siguen impunes, las autoridades con las manos vacías, y Franca y Tony también.

"Todavía no tenemos nada. Sólo meses de investigación", dice el inspector Oviedo. Mientras tanto hojea las fotos del expediente realmente afectado.

Entrevistó a todos los presentes ese día, incluso a Juan Carlos, el vigilante de la torre A, a todo el que ha podido. "No me explico cómo nadie vio nada o cómo no recuerdan algo, un detalle serviría. Ni siquiera el color exacto de los carros. Sólo alcanzan a decir que eran unas camionetas oscuras y que una de ellas creen que era una Grand Cherokee".

Existen cuatro factores que pueden tener que ver con la pérdida de memoria de los testigos, explica Oviedo: El alcohol que consumieron durante toda la noche, el bloqueo como desencadenante del trauma, tienen miedo por lo que vivieron o tienen miedo porque alguien los amenazó.

O todas las anteriores.

"Me resulta sorprendente que gente de esta clase social colabore tan poco. La gente en los barrios, cuando pasan cosas de este tipo, no dudan en soltar información. Les he enseñado las fotos de la escena del crimen a los muchachos, todas las imágenes forenses de su amigo muerto... para ver si se conmueven, si hablan, pero nada", dice el inspector.

Mariana estaba en el puesto del copiloto cuando interceptaron a Giovanni. En el momento justo en el que le clavaron las últimas tres puñaladas ella estuvo sentada junto a él, de hecho intentó halarlo hacia ella para evitar que los golpes dieran en el blanco. Sin embargo, luego decidió que de su boca no saldría ningún dato.

El día del asesinato Mariana declaró y dijo que efectivamente estuvo allí. En la siguiente cita con la policía cambió la versión y negó haber estado dentro del carro, dijo que toda la confusión se debía a un mal procesamiento de datos por parte de ellos cuando tomaron la declaración. Nicolás, su novio, terminó la relación en seguida; no pudo soportar la mentira.

Mariana nunca fue amenazada por nadie, esa no es la razón por la que cambió su testimonio inicial, dice Nicolás, quien cree conocerla bien después de tres años. Para él la causa es menos dramática: "Mariana es mala. Quiso desentenderse, así de simple. Su entorno familiar ha sido duro, muy raro, quizás eso la haya hecho ser como es".

Por ahora el inspector Oviedo tiene algunos retratos hablados en los que no puede confiar. Porque si bien coinciden los datos de los testigos con ciertas características comunes, muchas de ellas están cruzadas: el pelo de este con la nariz del otro, el color de la piel de uno con los ojos del otro.

Armando es un joven que vive en una casita detrás del parque que bordea a la redoma de La Bonita; se encarga del mantenimiento del lugar, entre otras cosas. El día del asesinato tuvo que salir a la una de la mañana a cambiar un bombillo de los postes del parque. Mientras lo hacía vio que los dos grupos convivían en sana paz. Recuerda con claridad que la música que salía de las camionetas era el grupo mexicano Maná, "El muelle de San Blas".

"Eran todos unos burguesitos: unos tipos de negro y unos millonarios", precisa.

Esa noche Armando se quedó viendo una película de vampiros. De pronto escuchó unos gritos. Lo primero que pensó fue que "estaban robando a los burguesitos. Nunca imaginé que algo como lo que pasó ocurriera entre grupos de esa clase. Yo sé muy bien lo que es un malandro, yo estudié en el liceo Tito Salas, ahí sí hay malandros de verdad. Y esos tipos (los atacantes) parecían todo menos eso. Eran tipos con billete". Por eso, Armando no se levantó hasta el día siguiente. Al salir de su casa se topó con un charco de sangre justo al lado del poste de luz al que le había cambiado el bombillo la noche anterior.

Dito, integrante de Drömdead, tampoco ha querido hablar. Franca y Tony dicen que es inútil intentarlo con él.

Más allá de las conjeturas, de las hipótesis, solo quedan percepciones vagas, inservibles.

Kalo, con rastros de tres puñaladas -una de ellas casi lo deja paralizado-, cree que no hay nada oculto en este caso, refiriéndose a los motivos: "Estábamos en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Fue algo que pasó porque sí, sin una explicación lógica".

El Asesinato De Yani (Historia Real) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora