Bubba siempre estaba ocupado, pero durante los meses en que los turistas ocupaban todos los cuartos de motel y las rentas vacacionales en la isla, era una casa de locos. Por lo general pasaba en invierno, cuando los pájaros migraban al sur, o durante algunas semanas en verano cuando las familias iban de vacaciones juntos.
No sabía nada sobre esas cosas.
Vacaciones o familias.
Tomé un lugar al fondo del bar y ordené una hamburguesa con papas fritas. Tomé mi tiempo para comer, observando todos los coloridos personajes que salieron por la noche, locales y turistas por igual. Una mujer mayor con el cabello rizado de color marrón se sentó en el regazo de un hombre vestido con pantalones de chándal, su uso de sombra de ojo azul era épico, llegando hasta sus cejas. Un grupo de universitarios hicieron de la mesa de billar una estación de beer pong1. La pequeña pista de baile estaba llena de gente quienes eran desafiados rítmicamente o estaban pasados de copas. De todos modos todos parecían estarse divirtiendo. Por un momento, me encontré peleando con sentimientos de celos. Hasta que vi a dos chicos de mi edad besándose en una esquina. Los celos se fueron tan pronto como vinieron.
1 El Beer pong: Juego de beber de origen norteamericano en el que los jugadores tratan de encestar desde el extremo de una mesa, con pelotas de ping-pong en vasos llenos de cerveza.
Cuando terminé de comer, pedí una coca-cola para extender mi estancia. Me sentía exhausta y segura de que mi cuerpo olía como si hubiera sido bañada en cerveza, frita en aceite y rodado en un cenicero. Aun así, me quedé hasta que la última persona saliera dando tumbos del bar.
—¿Todo bien, Abby? —preguntó Bubba—. Siento mucho lo de Georgie, era una gran mujer.
Bubba era mayor, a finales de sus sesenta, con pelo canoso. Él y Nan siempre hablaban cuando me traía para el almuerzo de los domingos. Una vez le pregunté si es que alguna vez había pensado tener una cita con él, pero ella simplemente se encogió de hombros, como si la idea fuera tan ridícula como un perro con alas. Siempre sospeché que podría haber habido algo más entre ellos que una simple charla dominguera.
—Oh, sí, estoy bien —mentí—. Aun no estoy cansada. Supuse que podría salir.
Bubba asintió y tomó las llaves para cerrar.
—Sí, noches ocupadas como estas antes me mataban. No podía ir a la cama hasta que el sol se levantara. —Volvió a bostezar—. Obviamente esos días quedaron atrás.
—Oye, Bubba, ¿hay alguna posibilidad de que pueda molestarte por un trabajo? —Me estremecí internamente al tener que preguntar. Sabía que no estaba exactamente calificada. Podría fácilmente contarle mi triste historia sobre estar sola y no tener dinero en un intento de persuadirlo, pero no quería su lástima. Además, no podía permitirme sollozar por mi propia historia, así que definitivamente no quería que otros lo hicieran.
Budda me miró.
—¿Qué edad tienes ahora, Abby?
—Casi dieciocho. —Era una especie de mentira, pero también de verdad. Dependía de la definición que uno tenía de "casi."
—¿Alguna vez has atendido clientes?
Negué.
—No, pero creo que lo haría bien. Nan siempre habló sobre como atendía su café en sus tiempos, y siempre escuchaba como manejaba a los clientes. Puedo hacerlo. Lo prometo. —No sabía si eso también era mentira. No tenía idea de si podría ser una buena camarera o no. Ahora no era el tiempo de ser honesta.
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The Dark Light Of Day
FanficAdvertencia: Esto no es tu típico romance. La historia de Abby & Jake contiene situaciones violentas, violencia gráficas, sexo, fuerte lenguaje, uso de drogas y todos los tipos de abuso.