Capítulo 5.

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Después de nuestra pequeña charla con Drew, no quise volver a tocar el tema por los próximos días. Lo hablé con Tristan y él me aconsejó que fuera a hablar con la maestra de Drew para explicarle todo el drama. Me negué, por supuesto, no me gusta ir contándole mis problemas familiares a desconocidos, pero mi mejor amigo me dijo que sólo debía hacerlo para que Drew no se vuelva a sentir incómodo en una clase. Le dije que lo iba a pensar así que, el día viernes le envié una nota a la maestra Rixon en uno de los cuadernos de Drew pidiéndole una cita y ella aceptó. El lunes tengo que estar en la escuela a las diez de la mañana.

El día jueves, Drew llegó muy feliz a casa, parloteando como un loco sobre unos chicos recién egresados de Medicina que habían ido a la escuela para vacunarlos. Lo escuché con atención, viendo como sus ojos verdes brillaban al recordar a la chica que lo había vacunado a él. Dijo que tenía los ojos celestes como los míos y que hablaba sin parar, como él. Me divertí mucho esa noche hablando con Drew hasta muy tarde. Se suponía que yo debía ir a arroparlo para que se quedara dormido porque a la mañana siguiente debía ir a la escuela, pero él siempre se las ingeniaba para distraerme y no irse a dormir temprano.

El sábado por la mañana mientras yo trabajaba, Tristan me llamó para decirme que irían al cine con Drew a ver la última película de La Era del Hielo y que después irían al parque a tomar unas malteadas o eso fue lo que entendí.

Ahora, tanto Drew como yo nos encontramos en casa de Tristan. Mi mejor amigo tenía la intención de hacer una pequeña reunión en su casa con nuestros amigos más cercanos, pero le dije que no lo hiciera. No me gustaba hacer reuniones (fiestas para los demás vecinos) y que Drew estuviera despierto. Una vez, cuando hice una fiesta en casa, encontré a unas chicas —que yo no había invitado— en la habitación de mi hijo, pintándole el rostro con maquillaje. Demás está decir que las eché de mi casa con una patada en el culo y la fiesta se acabó en ese preciso instante. Una cosa es que yo organice reuniones en mi casa, pero otra muy diferente es que ellas hagan una fiesta privada donde se burlan de mi hijo.

—Ten.

Parpadeo, ahuyentando los pensamientos que rondan en mi cabeza y recibo la cerveza que me tiende Tristan. Él se sienta a mi lado y ambos miramos a través del pasillo donde se encuentra Drew, dibujando y mirando las caricaturas.

—¿En qué piensas?

Bebo un sorbo y seco los restos de cerveza que quedan en mis labios con el dorso de mi mano.

—En nada en especial. —respondo en voz baja— El lunes tengo que ir a la escuela para hablar con la maestra de Drew. El problema es que mi turno en el trabajo es en la mañana también.

Él se queda en silencio —Yo puedo cubrir tu turno si quieres. Podemos intercambiar sólo por ese día.

—¿Realmente harías eso?

—Síp —mueve su cabeza de manera graciosa—. Me gusta trabajar en la mañana. Así puedo dormir toda la tarde.

Me quedo en silencio sin saber qué decir. Mis ojos no se apartan en ningún momento de mi hijo.

—¿Qué harás con el tema de los padres de Alice?

La mención de esas personas hace que se me revuelva el estómago. No los he visto durante muchos años. Suelto un largo suspiro y miro a mi amigo de reojo, sin querer demostrar la preocupación que siento.

—No lo sé. Me gustaría hablarlo primero con la maestra, ¿sabes?

Por el rabillo del ojo, veo que él me mira con el entrecejo fruncido.

—¿Por qué?

—Supongo que... si ella cree que es necesario que Drew mantenga contacto con ellos, yo podría hacer algo al respecto. No sé... —mis hombros caen, me siento desganado—. Drew adora a esa mujer, supongo que su opinión podría orientarme un poco.

Él es mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora