Personas con habilidades genéticas intervenidas por la tecnología humana llamada por los mismo como "Ángeles y Demonios", están destinadas a sobrevivir en una isla perdida geográficamente que es hermosa por fuera pero horrible por dentro. Dos nov...
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Estas eran las palabras dichas por uno de los Dueños mas pintorescos y con mas poder en la Corporación, este era conocido por su nombre como Aaron Clayton.
Este deseaba atrapar a dos jóvenes de unos 18-19 años.
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Martes 21 por la mañana de Diciembre del 2017, hora 6:00 am.
Sonaba un despertador en una habitación y un tipo perezoso golpeaba la alarma de forma vaga para apagar dicho aparato y así poder seguir durmiendo como de costumbre lo hacia, "quedarse cinco minutos más". Al levantarse con una sola pieza de ropa ( bóxer ) caminaba para entrar al baño rascándose uno de sus glúteos.
Pasar de eso, fue bostezando directo a la cocina, parecía ser una mañana muy hermosa por el sonar del canto de los pájaros y los rayos de luz del sol que entraban un poco a la casa, abrió el refrigerador saco un caja de leche y de un gavetero saco su cereal favorito, coloco todo en una mesa de madera no muy bonita y algo desgastada y ese fue el desayuno típico de este Joven de ojos achinados con lindas facciones en su rostro, cabello corto no muy cuidado pero con algo de buen estilo, a la moda por lo menos, alto y con un cuerpo muy notorio, grandes pectorales y sus brazos bien marcados, bajando por ese pecho, unos buenos cuadros y para terminar unas entradas que mataban a cualquier mujer de lo profundas y marcadas que las tenia.
Al terminar, se alisto y se marcho para lo que parecía era su trabajo de medio tiempo, y se marcho en su motocicleta nueva, no de ultimo año pero era recién comprada.
Su trabajo era de repartidor de pizzas, no era el mejor trabajo pero al menos disfrutaba mientras se ganaba algo de dinero para sus gastos.
- Oye "Brian" de nuevo tarde ¿eh?. Eran las palabras de un empleado del mismo negocio que se llevaban muy bien ambos.
- No me vayas a delatar con el jefe ¿eh?. Con una risa de amigos.
Y así empezaba su jornada laboral como repartidor, al cobrar a veces habían problemas con algunos clientes pero siempre lograba cobrar por su trabajo, lo que le sentaba bien al negocio, no habían quejas y eso era bueno para él.
