Capitulo 3.

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Maratón 1/2.

Justin.

Ser un guardia de seguridad en Winks tenía sus adicionales. Las chicas calientes eran una de ellas. Yo cubría la puerta trasera, solo porque Wink se quejaba de que la cola se volvía muy larga conmigo en el frente ya que las chicas trataban de detenerse y charlar. Entonces él me puso en la parte trasera del bar, declarando que se movían más rápido para entrar. Yo había trabajado para él por años. Atendiendo el bar primero, luego trasladado a seguridad. Wink cumplía sesenta en unas pocas semanas y la fiesta de la década estaba en preparación. Él era ahora lo más cercano a un padre que yo tenía fuera de Joe. Wink había perdido a su esposa de cáncer en los ovarios cuando ella tenía solo cuarenta y ocho. Cuando lo conocí, él estaba completamente perdido y su bar se había convertido en un mercado de carne/club de pelea. Mi compañero Todd y yo fuimos a la universidad juntos y este fue nuestro trabajo, por cerca de cinco años ahora, darle un giro a este lugar. Lo cual hicimos, y Wink estaba en deuda con nosotros por los cambios que habíamos logrado. Todd había obtenido su título en Leyes y yo me había convertido en Contador Licenciado, pero trabajar para Wink era divertido para nosotros dos. Ninguno estaba deseando renunciar. Una chica de pelo negro con un tatuaje en la manga me empujó mientras pasaba a mi lado, y entonces me ofreció una sonrisa, un lindo piercing se sacudió fuera de su lengua.

Una admiradora de la banda de esta noche. Las bandas locales debutaban y tocaban aquí, así el pub había vuelto a la vida con poco marketing. Sentarse cerca de la pista de baile y la banda era mejor que la puerta del frente, tanto como me interesaba. Desde donde me senté, podía ver mi completo campo de juego. Wink llamó al bar claramente como él mismo pero él se había vuelto también de alguna manera un fenómeno. Wink tenía el síndrome de Tourette y, bueno, él parpadeaba una espantosa cantidad. Él no era uno de esos tipos que gritaban mucho. Pero remarcaba un montón y gruñía a veces. Su nombre venía de su mujer. Cuando ellos se conocieron, ella siempre pensó que él le estaba guiñando el ojo a ella y pensó que era "adorable"...resultó, que él no podía evitarlo. De ahí su apodo Wink. No estoy seguro de cuál era su nombre siquiera. Cuando divisé a una pelirroja entrando al bar, me volví decidido a conseguirla de alguna manera esa noche. Ella estaba con un grupo de amigas. Todas parecían jóvenes pero estaban en el bar, eran legales. No había duda de que Todd habría verificado sus documentos de identidad. Desde hace tres años, me volví obsesivo con las pelirrojas. Tan arrogante como suena, nunca había tenido problemas en llevar cualquier chica a la cama y ciertamente nunca había tenido la reacción que obtuve con la Srta. Clark. Pero, también me asustaba como la mierda el hecho de que ella hubiera estado en mi cabeza desde aquel día. Tal vez en realidad cogiendo una pelirroja la sacara fuera de ahí. La banda estaba afinando en el escenario y esta noche eran un grupo alternativo. Un grupo que se veía raro. La pelirroja fue hacia el bar, consiguió una colorida bebida de chicas, luego me divisó sentado en mi banqueta donde yo podía ver todo. Primero, incliné mi cabeza, con una cierta mirada de "que estás pensando". No es que me importara una mierda, porque realmente no lo hacía. Yo no era unos de esos tipos que tomaban los sentimientos de una chica en consideración. ¿Frío? Tal vez. Pero ella era una adulta y si estaba por saltar a la cama de algún tipo que apenas conocía...

¿era realmente mi culpa?

Siguiendo a mi inclinación de cabeza, ella tocó a su amiga y luego apuntó hacia mí. Ellas tuvieron una discusión risueña antes de que finalmente se acercara a mí arrastrando los pies. Unas pocas canciones y tragos más tarde, terminé dejándola fuera de combate sobre la mesa de picnic de afuera en la parte trasera. Luego de decirme que yo no necesitaba un condón porque ella estaba tomando la píldora, casi me arrepiento ahí mismo. Me pregunté a cuántos hombres le había dicho lo mismo. Pero conté con ese delgado y pequeño pedazo de látex para mantenerme seguro. La peor parte de esto fue, que yo no estaba totalmente metido en esto, aburrido... me tomó una eternidad terminar.

{***}

La sala de espera vacía fue una visión de bienvenida. Ningún figurín muy arreglado, ningún calculador, ningún reidor y cruces de piernas. Perfecto. Me senté en la silla más alejada de donde ella me había llamado por última vez y escuché la música por los parlantes. Impacientemente, observé el lento movimiento del reloj. Para ser honesto, el pensar en verla otra vez me molestaba. Pero no estaba seguro si esto era a causa de ella o porque yo estaba siendo ordenado por la Corte a hacer algo que realmente pensaba que era una mierda. Mi teléfono zumbó. Un texto de Stacey. Espera... tacha eso. Una foto de sus tetas. Sonreí ante la imagen. No siempre de trato diario, pero al menos un par de días a la semana. —Sr. Bieber.

Rápidamente, apreté el botón de mi teléfono para cerrar la pantalla, y me paré. —Hola —saludé. Ella ofreció una sonrisa forzada, luego la seguí atrás.—¿Cómo estás hoy? —preguntó ella, deslizándose en su asiento y agarrando el bloc de notas.

Su pollera era corta e incliné mi cabeza para ver si podía dar un vistazo. Asentí una vez. —Bien. ¿Y usted? —Estoy bien, también. Gracias. No pude evitar notar que ella tenía las más delicadas manos cuando se rascó su nariz. —Sr Bieber.

¿Dónde creció? Supongo que habría poco que decir. Siempre lo profesional. —Aquí. —¿Sigue los deportes? —Algunos. Sí. ¿Usted? —Algunos. Sí —contestó ella, pero creo que se estaba burlando de mí. Descansé el tobillo sobre mi pierna y la miré fijo. ¿Ella pensaba que yo iba a pasar por esta mierda? Sin embargo tenía que admitir que esto era más intimidante de lo que pensé que sería. Exponiéndome. Hablar con las chicas era como respirar. Pero abrirme a una increíble mujer era paralizante. Ella escribió en su bloc, inquietándome más. Finalmente, me resigné a descansar mi cabeza hacia atrás y cerrar mis ojos... de esa manera, no tenía que mirarla o ver lo que estaba escribiendo. Odiaba ser juzgado. Después de unos buenos veinte minutos de agonizante silencio, mi teléfono zumbó de nuevo y lo recuperé de mi bolsillo, robándole una mirada mientras abría mi celular. Ella me estaba mirando fijamente. No reconocí el número en mi teléfono pero reconocí el tatuaje. Deanna. Me preguntaba cuántos tipos habían visto esa tinta. Recordé trazándolo con mi lengua. No había visitado a Deanna por un tiempo, pensé con una malvada carcajada. —¿Algo que le gustaría compartir? Sacudí mi cabeza. —No creo que le guste ver esto.

—¿Por qué es eso? —preguntó. Optando por el factor sorpresa, dije: —A menos que le guste hincarle el diente a las chicas desnudas. —Y volví la pantalla hacia ella por un corto segundo. Ella ni siquiera vaciló. —Puedo ver el cuerpo de una mujer. ¿Qué dice el tatuaje? Me encogí de hombros. —No lo sé, para ser honesto. Nunca presté atención a lo que decía. —¿Alguna vez tuvo una relación seria? —preguntó. Me preparé para la mierda de psicología barata por la falta de relaciones serias que estaba por venir. —¿Defina seria? —pregunté para aclarar, tal vez demorando. —Actuar de forma seria... sincera... —No quise decir la versión del diccionario Webster. ¿Quiere decir como tener citas por una extensión de tiempo? Ella escribió en el maldito bloc de nuevo. —No, no creo que el tiempo signifique seriedad tanto como lo que la chica signifique para ti o lo que tú significas para ella. —Salí con Lorraine por un año y medio durante la escuela secundaria. Ella me quitó mi virginidad y yo la de ella. ¿Fue eso serio? —pregunté con una mueca malhumorada. —Diría que respondas la pregunta desde que tenías 21 en adelante. La respuesta a eso sería inequívocamente no. No estaba seguro de haber tenido siquiera una cita. Y dado que no me había hecho a la idea de tener a esa pelirroja en mi cama, no estaba seguro de querer que ella conociera esa parte de mí. —Probablemente no he tenido una relación seria por un tiempo. —No podía esconder mi sonrisa. Mi teléfono zumbó de nuevo pero esta vez lo ignoré. —¿Quiere una relación seria? ¿Una esposa? ¿Hijos? Inintencionadamente, reí por lo bajo.

Nunca había encontrado a nadie donde eso siquiera cruzara por mi mente. Quería arrojar ese bloc por la ventana. —Doc. Un jugador debe jugar —afirmé y observé mientras ella tragaba, su pequeña garganta apretándose. —Su sesión terminó por hoy. Lo veré en tres días —dijo, parándose. —Ey, ¿Doc? —¿Sí? —preguntó con las cejas elevadas. —¿Quiere tomar algo? —Sr Bieber.

Usted es mi cliente. No puedo. Abrió la puerta de su oficina y la cerró. —¿Lo haría si yo no fuera su cliente? La puerta se abrió de nuevo mientras ella sonreía y caminaba al pasillo, ignorándome completamente. Mi maldita sangre comenzó a hervir. ¿Pensaba ella que era demasiado para mí? Un alto, retardado tipo estaba pasando por el pasillo. —Sr Ross. ¿Sería tan amable de mostrarle al Sr.Bieber la puerta? —Absolutamente —dijo este tipo Ross.

—Adiós, Sr Bieber.

¿Qué tal "vete a la mierda, Doc"? —Nos veremos —dije.

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Sessions Interrupted➳jb.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora