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"Se dice que cuando un ser querido a partido, el alma de esa persona cuida de los vivos que dejaron atrás"
-Mi tonto hermano, mi tonto novio, ¿porque lo hacen tan difícil?, ¿por qué juegan a este circo infernal?, se apuñalan con sus secretos y se aman de mentira, no saben cuánto detesto ver como se destruyen, quisiera... quisiera que se consolaran el uno al otro... pero desde aquí no puedo hacer nada, hasta el despistado de Luffy ve más allá de lo que ustedes mismo ven, Marco deseo que seas feliz, Sabo deseo lo mismo para ti mi querido hermano, ¿por qué pasa todo esto?
No recordaba que los inviernos fuese tan fríos, hacía mucho que no se sentía algo así... supongo que el clima es lo último que debería preocuparme ahora... puesto que mañana veré a quien amo... aunque él no sienta lo mismo... Creo que prefiero no pensar es eso ahora...
-Sí que ha sido frío este invierno- dije dándome calor en mis manos que rodeaban mi vaso de café, el que había comprado hacia sólo unos minutos.
-¿Si verdad?- respondió una voz extraña junto a mi.
Miré a mi alrededor, estaba sólo así que no debería haber obtenido una respuesta. Sin embargo, no estaba realmente sólo... había alguien junto a mi, alguien que no veía desde hacia mucho, y claro se debía al hecho de ya no estaba entre nosotros...
Dejé caer el vaso de café, al descubrir al dueño de aquella voz. Pero me quedé observando también, a quien acompañaba a ...
-Imposible... tu... y tu...- dije empezando a notar que mis ojos se humedecían, mirando a uno con tristeza y al otro con algo de enojo. Mis labios se separaban levemente al tratar de evitar que mis sollozos salieran de mi garganta. Y sin importarme nada me abalancé a los brazos de esa persona.
-Ace...-
-Ya no soy parte de este mundo...- me dijo Ace al verse atrapado en mis brazos.
-Perdóname... por favor perdóname Ace...- empecé a llorar tanto por la emoción de verlo otra vez, como por la vergüenza que estaba sintiendo al llamarlo por su nombre cuando sólo había aprovechado la primera oportunidad de seducir a quien fue en vida su novio...
-No hay nada que perdonar...Sabo...- me respondió.
Ace lucia la misma vestimenta que le habíamos dejado el día de su funeral. Llevaba el traje negro, la camisa blanca y la corbata, pero ésta no estaba correctamente colgada de su cuello, si no que estaba sin armar y las puntas se mecían de un lado a otro a la altura a de la cadera de mi hermano, pues así lo habíamos dejado aquel triste día. Pero Ace se veía radiante en realidad.
