Real

C A P Í T U L O 8

Estaba mirándolo, recargado contra a la puerta y de la nada empieza a carcajearse y dirigirse hacia mí. Que bonito cabello.

-Si tus deseos es quiere admirarme todo el día, te regalare después una foto pero por ahora tenemos una comida con los reyes.-Dijo tendiéndome su mano para que yo la tomará. La rechase y me pare de la cama por mi cuenta, maldito engreído que se cree.

-Hany.-Voltee a verla, ella observaba unos zapatos rojos.- saldremos a la ciudad después de la comida.

-Oh que les vaya bien.-Decía mientras se probaba los zapatos.- Dany me traes un algodón de azúcar morado, de los que me gustan.

-Con gusto.-Respondió Will, mientras le sonreía.

-No, no, no.- Exclamé, por que me pasa esto a mí.- Tú y yo, en una tarde de amigas.

-No lo creo.- Escuche una voz que provenía de una persona parada en la puerta.-La reina tiene planes para ti, ¡Hannia, quítate esos zapatos, no son tuyos!

Hannia se tensó y se los quito las zapatillas de prisa, Mariel notó nuestra presencia al voltear a vernos.

-Príncipe Daniel.-Dijo sorprendida, aparentemente no lo había visto.- perdone la interrupción pero venia a recordarle princesa Charlotte que la esperan en el comedor.

-He venido a acompañarla, no se apure, se puede retirar.-Dijo con obvia molestia en la voz.

-Como desee.-Dijo Mariel algo apenada.-Hannia, te necesito en la cocina.

-En este momento no, está ayudando a la princesa Charlotte con su atuendo.

-Bien.-Dijo Mariel cerrando la puerta. 

-Vaya, mejor bajamos, ya llegamos tarde una vez.- Decía mientras caminaba a la puerta.

-Han, ¿Tú madre siempre te trata así?-Pregunta Will a Hany que está recogiendo los zapatos. Ella se voltea de prisa, con una cara incomoda.

-No.-Dice apenada dirigiéndose a la puerta.- Solo es cuando algo le preocupa a no le sale bien, le gusta la perfección, y no soy un estereotipo de mujer perfecta. Y con todo eso de la fiesta.-Susurro lo último solo para ella.

-Vamos a mi habitación.-Dijo Will encaminándose a la puerta una vez que Hany ya se había marchado.- Se nos hace tarde.

Me quedo parada indignada, joder, vamos tarde y lo que piensa es ir a su habitación, ni crea que voy a mover un dedo del pie. Se voltea y  me mira, a los pocos segundos pone cara de avergonzado, qué demonios, ¿se está sonrojando?

-Vale, no te he hecho una propuesta indecente, soy un caballero y...

-¡Un caballero!- Alzo la voz, mientras cruzo mis brazos.-¿Así es con todas no? las llevas a comer y después crees que puedes hacer con ellas los que se te plazca. Pues no soy igual.

-¡Tengo claro de que no eres igual!.-Dice indignado y con un poco de diversión en su voz.- Por eso a ti también te deje jugar con mis videojuegos.

No. Dijo. Eso.

Le aventé tantas cosas que encontré, se encontraba rodeado de peluches y cojines. Se reía de mí intento de ataque, atrapando todo lo que le aventaba.

-¡Para, para!.- pedía aún entre risas.

-Eres un idiota.-Decía ahora lanzándole algunas bolsas.

-Si claro, pero este idiota es tu prometido y que es tu salvación.-Dijo levantando un dedo y me detuve.-Este idiota-Se señaló.- A los ocho años era aún más idiota.-Quise aventarle otra bolsa pero volvió a levantar el dedo.-Espera deja terminar la historia.

-Rápido.-Le apresure. Quedaban diez para las diez, y no quería comer otra vez sola con él.

-Eres tan poco paciente, tengo un elevador en mi cuarto, a los ocho años me rompí un pierna en un accidente al caer de un árbol, dure como más de un mes con el yeso en una silla de ruedas, después poco a poco volví a caminar.

Lo mire incrédula, me ha hecho subir escaleras un sinfín de veces para que me diga esto.

-Antes de que te molestes.-Sube el jodido dedo otra vez, yo bajo mi bolsa.-Deberíamos ponernos en marcha, nos están esperando.

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