Capítulo 5

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Un haz de luz que golpeó contra sus párpados violentamente y sin aviso fue lo que le dio la bienvenida al mundo de los vivos nuevamente. Con un leve quejido, Thranduil transmitió su descontento por salir de su inconciencia, el único estado en el que últimamente se sentía calmado. Los ojos color cielo se fueron abriendo lentamente, sin percatarse de toda la luminosidad que de repente invadió el cuarto en su totalidad; en su soñolencia de curación física, habilidad portada sólo por la raza élfica, no notó la presencia de su más grande enemigo actual, quien se posaba en pie junto a la ventana, con las cortinas aún en sus manos.

El rey elfo parpadeó un par de veces, y otro quejido se apoderó de su garganta ronca cuando intentó incorporarse y el dolor de su espina dorsal lo evitó la primera vez. A la segunda, pudo lograrlo con bastante más esfuerzo; fue entonces que posó su atención en la luz que recorría el lugar entero, dañando su visión, teniendo que entrecerrar los ojos para captar la escena.

Para sus adentros, se avergonzó de sí mismo por tener que protegerse de la luz alzando además una mano para enfocar mejor, pero había pasado tantos días en la oscuridad que era algo obvio que esto sucedería, y sin embargo...

La imagen de Thorin en la ventana lo distrajo de su evaluación interna. De pronto se encontraba desprotegiendo su vista de nuevo, sólo para aferrarse a los costados de la cama con algo de temor y rabia. Apretó los labios, fruncidos ahora en un gesto de rencor puro contra el enano; estaba tan furioso que sentía hervir su propia sangre dentro de sus venas.

Ante esto, Thorin sólo le sonrió de lado, con un claro gesto de picardía en sus ojos. Ambos recordaron en un milisegundo lo que aconteció aquella noche, la fantasía hecha realidad para el Rey Bajo la Montaña, la pesadilla consumiendo toda su vida para el Señor del Bosque Negro. Cuando el enano atinó a dar un paso hacia delante, pudo notar cómo los hombros del elfo se tensaron de repente y su espalda se inclinó hacia atrás, en acto-reflejo.

- ¿Qué sucede? ¿Mi invitado no se siente cómodo con mi presencia? Qué inesperada sorpresa...- Las palabras dichas de la boca de Thorin fueron susurradas con malicia, en cada palabra se denotaba fácilmente su intención de hacer estallar los nervios de Thranduil.

- Maldito miserable...-

Eso fue todo lo que se oyó desde los labios sonrosados del elfo, quien tenía la mandíbula tan apretada en gesto de odio que parecía haberle costado bastante el sólo hecho de abrirla un poco para pronunciar aquello que dijo. Y tal vez ése era el caso, pues apenas tenía control sobre su propio cuerpo en el instante, estaba tan lleno de rencor, de siluetas de dolor rondando su mente, de imágenes terroríficas volviendo a su memoria, que ya no estaba seguro de poder contenerse. Juró que si no fuera por la cadena que lo mantenía aprisionado a la cama, hubiera sido capaz de saltar rápidamente y, con la ferocidad de una fiera salvaje, aniquilar a la criatura repugnante que deshonró su persona bajo el mismo techo donde había sido invitado.

Thorin comenzó a caminar repentinamente hacia delante, despacio y con un aire insinuante, sin romper en ningún momento el contacto visual. Thranduil, ante esto, se tensó aún más, y con ayuda de sus largas piernas, se tiró de cuerpo entero hacia atrás, lo más pegado a la pared que pudo. Las manos le comenzaron a sudar, nervioso. Estaba temblando levemente, era algo que no podía contener... De sólo observar aquellos ojos azules sobre él, mirándolo con esa lujuria desmedida que fue forzado a probar aquella noche, sentía un pavor enorme.

- Si quieres mantener tu cabeza pegada a tu repugnante cuello, entonces será mejor que te quedes donde estás- Amenazó el elfo, con los ojos brillando en cólera.

- Vamos, no seas así- Replicó Thorin, sonriéndole y poniendo una rodilla sobre la cama, sugiriendo que subiría a ella en cualquier momento. – No he venido aquí para pelear contigo... Después de todo, mira el estado en el que estás-

El Plan [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora