Capítulo 11

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- ¡Te odio!- Con la boca fruncida de rencor y dolor entremezclados, Thranduil rasguñó aquellas palabras en su garganta y las escupió fuera. - ¡Te odio, te odio... maldito seas!-

- Eso, eso es. Saca todo lo que tienes, muéstrame tu verdadera cara, Señor del Bosque Negro-

La voz bufona de Thorin ante sus exclamaciones dio a entender al elfo que ni siquiera desquitando todo su odio contra él lograría algo. Simple diversión debió ser todo lo que le dijo, porque no se inmutó para nada, y encima de todo, tenía el descaro de burlarse.

- ¡Pagarás por esto, enano! Tenlo por seguro- Rugió el rubio, abriendo sus ojos amenazantes y mirándolo de soslayo.

- No seas ridículo; en tu circunstancia yo no me atrevería a hacer amenazas- Y al terminar de decir eso, adelantó su rostro para que su mirada libidinosa pudiera encontrarse con la del rey elfo. Sucumbiendo a sus bajos deseos acumulados, se apegó bien fuerte a la espalda del otro, mientras que al mismo tiempo tuvo la imperiosa necesidad de lamer esa oreja puntiaguda que se mostraba entre las finas capas de cabello dorado que sostenía con su enorme puño cerrado. – Tienes suerte de que no pueda acompañarte esta noche...-

Los cuerpos de ambos estaban tan apretujados que Thranduil sentía algo rozando su espalda duramente. De sólo pensar qué era ese "algo", un escalofrío le recorrió la espina dorsal. Aún con toda su incomodidad, no pudo evitar sentir alivio cuando oyó que Thorin al fin se iría de allí, dándole un descanso de su horripilante presencia, al menos.

- Pero mañana...- Prosiguió, jalando un poco más de la melena dorada, y susurrándole con los labios bien afirmados a su oído, con una lujuria monstruosamente evidente en su tono de voz. – Mañana voy a devorarte. Voy a tomar todo de ti, hasta que te olvides incluso de tu propio nombre... Oiré los gemidos de tu cuerpo y te haré suplicar piedad-

Y sólo después de eso, lo soltó. Ante la liberación, Thranduil se apresuró tanto en apartarse que el envión del movimiento brusco casi lo hace caer hacia delante. Thorin lo sujetó antes que eso pasara, sólo para arrojarlo él mismo, con toda la fuerza bruta que poseía, haciéndolo caer boca abajo sobre las lujosas sábanas que fueron cómplice de sus pecaminosos deseos y acciones.

Antes de que el elfo pudiera hacer cualquier cosa para darse la vuelta, Thorin aprovechó tener la ventaja al máximo, sentándose a mitad del cuerpo del otro, dejándole sentir en su cintura y estómago todo el peso del que su figura disponía.

- Será mejor que descanses bien esta noche. Junta energías, relájate un poco...-

Con una de sus enormes palmas, acarició el muslo izquierdo del elfo, hasta casi llegar a su trasero, disfrutando de la suavidad de aquella piel extremadamente blanca.

Las largas piernas de Thranduil, ante la alarma del toque inapropiado, se extendían y pataleaban, intentando deshacerse lo más pronto posible de aquella tortura.

- ¡Déjame! ¡No me toques, ser inmundo!-

- Eso es, con ese espíritu te quiero mañana. ¡Salvaje, luchador, temerario! Resístete todo lo que puedas-

Se bufó el enano, quitándose finalmente de encima y poniéndose a un costado de la silueta tendida. Después, con un leve y simple movimiento, cortó los amarres que aprisionaban los brazos de su presa y con la misma rapidez, se desplazó de la cama hasta estar completamente fuera de ella.

El elfo, al notar que sus dolorosos brazos adormilados eran nuevamente libres, lo primero que intentó hacer fue tratar de incorporarse. Pero cuando quiso ponerlos firmes para ayudarse, el dolor le dio una sacudida a sus hombros que hizo que volviera a caer de lleno sobre el colchón, con un único suave quejido como evidencia de su pesar.

El Plan [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora