Capítulo 3

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- ¿Por qué te escondes preciosa? Tienes un bonito culo, por cierto. – la chica me miraba extrañada y avergonzada por la situación.

Le dejé darse un respiro y desvié la mirada hacia mi primo.

– Shawn, tú si podrías taparte, me das asco. Yo te creía maricón, ¿sabes? Quien me iba a decir a mí que el tío que tiene su habitación empapelada con fotos de Harry Styles iba a acostarse con semejante mujer – mi tono era de risa a pesar de mis ganas de partirle la nariz, me tomé un tiempo para recorrer con la mirada a la chica morena tomando más tiempo en las partes en las que las sábanas no cubrían su piel.

- Lauren yo...

- No hace falta que digas nada, está muy bien que juegues en mi liga pero no te las folles en mi puta cama. ¿Es que no hay calles oscuras en las que hacer tu trabajo sin joderme a mí el mío? – el enfado se hacía notable en mi tono de voz – Además que no te permito que pongas tu sucio cuerpo en mi cama para follarte a cualquier guarra que te encuentres. Ni siquiera te he dado permiso de entrar a tus putitas en mi casa.

- ¡Oye tú, no te voy a permitir que me hables así, yo no soy ninguna puta que se pueda comprar! – al parecer a alguien no le sentaron bien mis comentarios. La chica se había levantado de la cama envuelta en mis sábanas blancas para gritarme bastante enfadada.

- Uno: estás en mi casa, así que baja tu tono. Y dos: ¿Me vas a decir que te acuestas con este baboso por gusto? – señalé a mi primo con la cabeza.

- ¿Me vas a decir que la que tú traes lo hace? – miraba a Keana con asco mientras yo reía por su comentario – ¿nos cuentas el chiste?

- El chiste fue encontraros a los dos en mi cama. Tienes suerte de que me lo esté tomando con humor porque te recuerdo que esta es mi casa y puedo echaros a la calle tal y como estáis ahora, a ver si así encuentras la gracia del chiste. – levanté mi ceja desafiante y di un paso hacia ella para intimidarla.

- Pues hazlo de una puta vez, ¿a qué estás esperando? Ah vale, estás demasiado entretenida desnudándome con la mirada. – reí automáticamente con su comentario aunque he de admitir que recorrí varias veces su cuerpo mientras ella me gritaba, haciendo que el calentón que traía cuando entré por la puerta se mantuviera hasta ese momento.

- Estoy esperando a que dejes de mirarme las tetas, cariño. – tomé su barbilla con mi mano derecha y la levanté hasta conectar sus ojos con los míos mientras lucía una sonrisa por el tono rojo que estaba cogiendo su cara – Creo que no elegiste bien al chico pero viniste a la cama correcta.

Le guiñé un ojo poniéndola más nerviosa de lo que ya estaba.
Creo que pude notar un escalofrío recorriendo su cuerpo tras salir esas palabras de mi boca y evitaba continuamente el contacto con mis ojos a pesar de que yo me esforzaba por conseguir justo lo contrario.

Tenía muchas ganas de jugar. Muchas ganas de todo. Mi primo y Keana permanecían atentos al cruce de palabras sin atreverse a intervenir.

- Ni aunque estuviera loca enferma dejaría que tus sucias manos me toquen. De haber sabido que estaba en la cama de alguien como tú, me habría tirado a Shawn en las alcantarillas si hace falta.

- Me parece una idea estupenda, creo que es donde deberías estar. De hecho es tan buena idea que voy a ahorraros tiempo.

No tuve ni que alargar mi brazo para alcanzarla, simplemente con levantar mi mano agarré la sábana que me impedía ver su desnudez y tiré bruscamente dejándola al descubierto, su distracción facilitándome el esfuerzo.

Antes de que pudiera reaccionar la cogí por las piernas y me la cargué al hombro, su pelo cayendo hasta llegar a mi trasero que para mi desagrado aún estaba cubierto por mis bragas negras. Podía sentir sus pechos apretados en mi espalda al tiempo que sus manos me golpeaban pidiendo que la bajase de ahí. Cada parte de su piel que rozaba la mía ardía tanto o más que mi centro hace un rato cuando Keana estaba encima de mí.

- ¡Suéltame idiota! – gritaba bastante enfadada, no sé bien si por los comentarios que había hecho sobre ella anteriormente o porque por encima de todo estaba deseando tenerme entre sus piernas y le daba rabia que hubiera notado cómo me miraba, con más deseo casi del que yo la miraba a ella.

- Está bien, lo que la señorita mande. – comencé a andar por la habitación con bastante dificultad debido a los bruscos movimientos de la chica que colgaba de mi hombro derecho y a los golpes que me propinaba en la barriga cada vez que pataleaba intentando zafarse de mi agarre – te aconsejaría que pararas.

- ¡Pararé en el puto momento en que me sueltes y sólo lo haré para darte una ostia! – la castigué con un azote en el culo que la hizo soltar un leve gemido que solo yo alcancé a oír y no le di tiempo de volver a quejarse de nuevo.

Hard to change (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora