Capítulo 4

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En ese momento estaba entrando en el balcón y se calló al instante. Comencé a reír porque el miedo la había paralizado, ya no me golpeaba ni pataleaba incluso cesaron sus gritos.

- ¿Sigues interesada en que te suelte? Para ser un cuarto piso tiene unas vistas increíbles, ¿no crees?

- Estás loca, vuelve adentro ahora mismo, te vas a enterar cuando consiga bajarme de aquí. – el miedo se había apoderado de su voz, ahora mucho más tranquila y entrecortada.

- Laur, déjala en paz... bájala de ahí y nos iremos, no molestamos más. Lo siento de verdad, déjanos marchar. – mi primo por fin intervino.

- No es eso lo que quiero. Quiero que tú te vayas. – su cara era de desaprobación y miedo mezclados – Joder, no soy gilipollas no la voy a matar ni nada, en cuanto salgas por la puerta te prometo que la soltaré. Tú solo coge el coche y lárgate lejos de aquí. – antes de que pudiera protestar hablé de nuevo – no estoy interesada en hacerle daño a tu chica, pero si no me haces caso si que puedo partirte la cara a ti, ahora vete antes de que me arrepienta de ser tan buena.

Shawn entendió el mensaje a la perfección, salió de la cama y buscó su ropa para vestirse, yo aún estaba en el balcón y la chica estaba fuera de peligro completamente, estábamos lejos del borde y la tenía bien agarrada por las piernas, ella incluso había accedido a rodear sus brazos por mi cintura, acariciando mi piel con sus suaves manos.

- ¿Qué haces idiota? ¿Piensas irte y dejarme aquí sola con la loca esta y su amiga?

- Lo siento Camila, pero es lo mejor. – por fin sabía el nombre de la chica de ojos marrones – quédate aquí, no te preocupes no te hará nada, ya la has oído. Ahora debo irme, mañana pasaré a recogerte. – abandonó la habitación con la mirada en el suelo mientras yo observaba la escena orgullosa.

- Muy bien primito, parece que ya nos vamos entendiendo. – la única respuesta que recibí fue el ruido de la puerta al cerrarse.

Entré nuevamente a la habitación una vez mi primo se hubo largado. Recordé que tenía a la chica desnuda y atada a mí, sentía sus pezones enterrarse en mi espalda provocándome una sensación bastante agradable y alentándome a acariciar sus piernas.

Observé la marca roja que había dejado mi mano en su trasero al azotarla antes y subí mi mano hasta acariciar la zona afectada y para mi sorpresa esta vez no solo no se quejó de que mis sucias manos, como ella las había llamado, la tocaran sino que además sentí su cuerpo relajarse por fin, mientras me abrazaba más fuerte por la cintura y su respiración se sentía cerca de mi trasero mucho más calmada.

- Me alegro de que ya estés más tranquila, estás haciendo las cosas más fáciles. – solté ahora más tranquila también y sin restos del enfado que había sentido al abrir la puerta.

Cuando aparté mi mirada de su cuerpo me encontré con una Keana perpleja y por su mirada parecía que no estaba dispuesta a esperar más.

Se acercó a mí sin apartar sus ojos de los míos, ojos que ardían en deseo de que la hiciera mía y yo tuve la oportunidad de admirar su cuerpo, únicamente cubierto por la ropa interior que la hacía siempre verse tan sexy. Me mordí el labio por las vistas haciendo que ahora su mirada se centrara en mi boca.

- Me pones tan cachonda cuando eres así. – dijo contra mis labios para luego devorarlos.

Llevó sus manos a mi trasero y comenzó a acariciarlo dejando de vez en cuando algunos apretones al tiempo que nuestras lenguas se encontraban en mitad de besos húmedos.

Keana profundizaba más el beso para permitirse chuparme la lengua y morder mi labio inferior, una de mis manos vagaba por el culo de Camila inconscientemente pero Keana la apartó para llevarla a su ropa interior, mientras con mi otra mano seguía agarrando a la chica por las piernas casi sin recordar que aún estaba allí, encima de mi hombro.

- Tócame Lauren, por favor te lo suplico, no aguanto más. – jadeó y sonreí porque me encantaba tenerla así, me encantaba que me suplicara por más.

Así que comencé a acariciar su clítoris, mi mano dentro de su ropa interior, mientras ella dejaba escapar maravillosos gemidos y no hacía ningún intento por reprimirlos.

Sabía que eso me ponía más y era lo que quería conseguir a la vez que me masajeaba el trasero con sus manos ya dentro de mis bragas, bajándolas poco a poco.

- Dios dejarme salir de aquí, no quiero ver tu culo en primer plano ni escucharla a ella gimiendo como si no hubiera follado en su vida. – a Keana parecía importarle una mierda ya que no paraba de gemir pidiendo que le metiera los dedos. Y así lo hice, quería desquiciar a Camila y que así de paso supiera lo que mis manos podían conseguir.

- El efecto Jauregui, nena. Nunca lo entenderás si no lo pruebas. – apreté su culo con la mano que aún la tenía a agarrada desbordada por el deseo y automáticamente sentí sus uñas clavarse en mi espalda obligándome a soltar un grito de dolor y placer mezclados.

- El efecto Cabello, tú ya lo has probado.

Hard to change (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora