Destino; el camino hacia la oscuridad ©

Prólogo

                                                                     La luna y el sol 

                                                      Se miran desde lejos esperando

                                                        Que una misteriosa atracción      

                                                           Los una como a uno solo.                          

                   

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Me encontraba descalza corriendo por el bosque sin dirección alguna, solo sabía que debía escapar.

<< ¿De qué ?>>

Era la pregunta. Pues, no lo sé. Pero debía correr.

<<Sea lo que sea, no es humano.>> Me repetía, una, dos, tres veces en mi mente, y corría, corría tanto y tan rápido que me dolían los pies, pero, ¿qué más podía hacer? no sabía que era aquello que me seguía, y no quería saberlo tampoco. Solo quería estar bien, a salvo.

         A lo lejos divisé una pequeña cabaña, algo tétrica y desgastada, no parecía segura, pero por lo pronto debía detenerme. Mis  pies y mis manos comenzaron a sangrar, me había topado con varias espinas en el camino. Ya no podía seguir. Entré en la cabaña y  puse el seguro, si era algo inhumano mucho no podría hacer con eso, pero cabía la esperanza de que de alguna forma funcione. Quizás. 

    Al cerrar la puerta todo quedó en total oscuridad, sola oía mi respiración agitada, movía los dedos de mis pies para aliviar el ardor y me presionaba las manos una contra otra para detener la sangre. 

Él podía sentirme. 

  <<Maldición>>dije para mis adentros y  Recordé unas horas atrás cuando él me había dicho que de alguna forma ilógica, estaba unida a él tanto como a Tobías, mi supuesta alma gemela. Todo esto me volvía loca, ¿un demonio, un ángel, y yo?

<<Yo>> ¿que se suponía que era yo? mitad ángel y demonio. Carajo. Mi cabeza daba vueltas, todo parecía un juego, ¿Se suponía que yo debía creerle a él? ¿A él? después de tantas mentiras... Sin embargo tenía razón, él no era humano, eso era cierto... pero, ¿un demonio? imposible. 

  

       La puerta comenzó a azotarse y me fui hacia atrás, caí en el suelo, estaba frío,... como pude, me dirigí a una esquina y rodee mis brazos en mis rodillas. De repente, sentí un gran golpe en mi cabeza, algo pegajoso comenzó a descender por mi cuello, y ya no hubo nada más. Ni siquiera aquella oscuridad que me envolvía hacia unos minutos.

No quedo nada.

                                                                             ***