Capitulo 2

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                                                Luna y Sol que aún eran personas, 

                                                  Le regalaron su alma a cambio 

                                           De su amor, y el diablo,  los defraudo.    

                                                       

                                                                     * * *

                                                                       3

               

        Abrí mis ojos y rápidamente los cerré, la luz me cegaba. Hice una y otra vez lo mismo hasta que mis ojos se adaptaron a la claridad del día. << ¿Dónde estoy?>>, << ¿qué día es ?>> Me senté en la cama y toqué mi cabeza, aún sentía un leve dolor.

                                     

-Buenos días Lilith.- dijeron a lo lejos, era la voz de un hombre, aun así, no llegué a verificar quien era antes de que, por arte de magia, me vuelva a sumir otra vez en la oscuridad.

                                                                              ***

     Una vez más, abrí mis ojos, pero esta vez, todo estaba oscuro por lo que mis ojos no necesitaron adaptarse. 

-Lilith, al fin, ¿no te dormirás de nuevo verdad? -<<¿Lilith?>> La misma voz de antes me habló, pero esta vez pude descifrar de quién se trataba. Era Alexander, me sorprendió oírlo hablar, puesto que antes, no habíamos cruzado ni una palabra. Su voz era un poco áspera, y grave, casi podría decir que tenía voz de los personajes de las películas de acción <<Aquí estoy John, ¿buscabas a alguien?>> y disparaba. Recordé una que había visto y sonreí, no fue mucho después que dejé de hacerlo al recordar en la situación en la que me encontraba. Solía sucederme a menudo que me perdía en mis pensamientos. Pero esta no era precisamente la mejor situación para hacerlo. Quise mover mis manos, pero se encontraban sujetas por una cuerda gruesa al igual que mis pies.

-Que… ¿.Que es esto?  ¡¿Qué me has hecho?!- grité. No entendía nada, pero lo única explicación lógica era que Alexander me había secuestrado, y que quizás  hasta podría haberme hecho algo más.

-Tranquila, te he atado porque has estado toda la noche rasgándote y gritando, ¿ves?- y señaló mis muñecas. Bajé la mirada hasta ellas y sí, estaban arañadas y una de ellas aún tenía un poco de sangre chorreando. Alexander se acercó lentamente con las manos en alto, como queriendo demostrar que no haría nada malo y de su pantalón sacó una navaja. Yo miré hacia otro lado pensando que me haría daño, pero en su lugar cortó la soga y se retiró. Unos segundos después traía en sus manos una pequeña bandeja de plata con un té.- Sé que quieres explicaciones, pero por lo pronto relájate.  Has dormido cuatro días y...- Mientras me hablaba acomodaba la bandeja en la mesa de luz y me entregaba el té invitándome a beberlo. Ignoré su invitación y antes de que pudiera terminar de hablar lo interrumpí.

Destino; el camino hacia la oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora