Capítulo 3

11 1 0
                                    

                                                              Condenados al cielo quedaron.

                                                        Conocieron el mundo y los planetas,

                                                Mas juntos no estaban. Enfurecidos, Juraron 

                                             Vengarse de aquel embustero. Sin embargo, 

                                                                  Eso nunca sucedió.

                                                                                 ***

                                                                                    4

 El comedor era enorme y muy elegante. El mantel de seda, las copas de cristal, la gran araña de velas que colgaba del techo y los cubiertos de plata. Había varios cuadros diferentes, uno de ellos estaba firmado por Da Vinci, el día seis, del mes de junio de 1473. Recordé mis clases de historia, Da Vinci había nacido en 1452 y murió a sus sesenta y siete años en 1519. Estaba más que asombrada, ese cuadro debía tener siglos y siglos. Me hubiera gustado saber que más habría allí.  

               

        Cuando llegué, Alexander me indicó mi silla, y al sentarme la movió hacia delante. Di las gracias, y me pregunté para mí misma si el lugar era de alguna herencia familiar, porque, no cualquiera tendría un castillo de apariencia de hace quinientos años, y cubiertos de plata para comer. Observé la comida. Todo era exótico y exquisito. Miré por todos lados pero por más que lo intentaba, no podía decidirme. Al final, opté por caviar. Cuando estaba por comenzar a comer, de inmediato me detuve, y mis mejillas comenzaron a ponerse rojas. Había tres tenedores y cuchillos diferentes, al igual que los copas. ¿Cuál era el correcto? era la pregunta. Y yo, no tenía la respuesta.

-¿No sabes cómo usar los cubiertos verdad?-Notó Alexander, y una sonrisa se reflejó en su cara. Avergonzada, negué con la cabeza y él se levantó de su silla. Se posó a mi lado y me enseñó a utilizarlos. Con su dedo me indicaba cual era para cada cosa.

-<< "el cuchillo grande es para la carne, el mediano y más fino para el pescado y el pequeño, para el fiambre">> había dicho. Luego, siguió con los tenedores, con las cucharas, y por último, las copas. En todo momento atendí a lo que me decía, entonces cuando termino de explicarme ya me lo había aprendido. Él, satisfecho por lo que aprendí, volvió a su silla y ambos comenzamos a comer.

 La cena transcurrió en silencio, no había nada que decir. Podría pensar que era incómodo, pero no lo era, más bien era… un silencio pacifico, pero ¿qué hacía yo allí y porque no me iba?, desde que llegué no le había preguntado nada, solo lo que cualquier persona preguntaría en una situación así, pero no era suficiente.

-¿Por qué…por qué me has llamado Lilith  al despertar?- Le pregunté por fin. Sus ojos  me miraron fríamente, seguramente estaba pensando que decir, al menos eso parecía. Bajó el tenedor que estaba por meter en su boca, y contestó:

-Simplemente me he confundido. ¿Cómo te llamas realmente?-preguntó.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 18, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Destino; el camino hacia la oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora