2. El Bicho del Anillo

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El hombre estaba en medio de la estancia, tenía una postura soberbia y observaba la gigantesca ventana con mosaicos de mariposa en la cual se podía ver el oscuro cielo de la noche. Los cristales comenzaron a obtener pigmentación y unos segundos después se reproducía una escena. Se podía ver una muchacha llorando, parecía de unos 16 años y tenía las blancas manos agarradas a un pedazo de papel. El individuo que observaba la imagen en su oscura sala levantó una de sus manos, de la cual salió volando una mariposa teñida de un violeta oscuro.

Toda la habitación se volvió borrosa y de repente se podía ver el exterior. En los tejados de la ciudad era posible observar el cielo estrellado y la brillante luna que iluminaba todos los edificios a la vista. En ese hermoso lugar había una chica igual de bella. Vestía un atuendo pegado al cuerpo y completamente rojo con motas negras que le cubría toda la piel, a excepción de la cara, la cual tenía una máscara que solo tapaba la parte superior de sus rasgos. Su largo cabello estaba sujetado en dos coletas y de él colgaban unas extensas cintas escarlata. Ella reía mientras volaba sobre las azoteas de París, o por lo menos eso parecía. Tenía un yo-yo con el cual se balanceaba cual Spiderman y una habilidad gimnástica excepcional.

El muchacho se despertó de repente. Su corazón palpitaba con fuerza y tenía la respiración agitada. Ese sueño se había sentido demasiado real, demasiado nítido. Se dio vueltas un rato en la cama hasta que comprendió que no podría dormirse. Se levantó y se colocó una bata para no sentir el frío de la noche, pues él dormía solo con un pantalón corto y una camiseta.

Iba a bajar a la cocina a servirse un vaso de leche cuando echó una rápida mirada al objeto que lo había atormentado por horas. Era una caja negra que no parecía tener nada especial. No sabía de dónde provenía, solo había aparecido en su habitación como por arte de magia. Pensó que tal vez sería un regalo de su padre, pero luego cayó en la cuenta de que su predecesor nunca haría algo así. Después pensó en preguntarle a la empleada que manejaba la casa, mas estaba seguro de que ella le habría avisado si alguien hubiera tenido la ocurrencia de darle un regalo, por lo que prácticamente no sabía nada acerca del artefacto. No quiso tocarlo y lo dejó justo donde estaba, pues no tenía ningún tipo de curiosidad con respecto a él.

Repentinamente recordó la imagen de la muchacha con el traje, bailando en mitad de la noche mientras su cabello se agitaba con el intenso viento de las alturas. El recuerdo lo hizo conmocionarse. Desde sus más íntimos deseos comenzó a gritarle una voz, cada vez más fuerte, que abriera la caja. De un momento a otro tenía unas enormes ganas de saber qué contenía el objeto hasta el punto en que la emoción por lo desconocido alcanzó niveles exorbitantes.

Tomó el contenedor y se sentó en un sofá que tenía frente a una gran televisión. Subió la tapa con sus apresurados dedos y se encontró con un artefacto que jamás en su vida hubiera esperado ver allí dentro. Era un anillo negro, que aparte de una extraña huella gatuna de un verde fosforescente, no tenía nada fuera de lo común. "Perfecto ¿Y ahora qué haré con esto?" pensó mientras lo observaba. Lo tomó y le dio unas vueltas para inspeccionarlo mejor. No parecía que tuviera nada especial. "Podría probármelo" meditó cómicamente y acto seguido se lo colocó en el dedo anular.

El artefacto se iluminó con un aura violeta y la negrura que coloreaba la joya se deslizó como si se tratara de un líquido. Cuando la sustancia estuvo fuera del anillo se movió como si tuviera voluntad propia y se materializó en un pequeño ser, parecido a un gatito negro, y se mantuvo flotando en el aire. Era un poco más pequeño que la mano de un hombre adulto y tenía unos ojos felinos que combinaban con unos vistosos colmillos. Desde su cabeza, sus bigotes y su cola sobresalían unos largos filamentos del mismo color que todo el animal.

Félix se sobresaltó. La criatura bostezó, como si hubiera despertado de un largo sueño, abrió los ojos y miró al muchacho que tenía en frente, el cual se encontraba atónito ante la figura que se alzaba ante él.

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