Remedios para no sufrir

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¿Vos te acordás de tu infancia? 

¿Te acordás cuando te golpeabas y te ponían una curita y se te "pasaba"?

Bueno. .. yo quiero saber . . ¿dónde esta la curita o el remedio para curar el alma y el corazón?

¿Dónde está?

Me paso horas y horas matándome con pensamientos que no van ni vienen, me paso días soportando está lenta vida, me paso meses y hasta años buscando una solución que no sea la autoflagelación ¿Y queres saber que logre? NADA. Esas cuatro letras. NADA.

La vida pasa pero yo sigo acá, estancada, sin ver nada más que oscuridad y soledad.

Estoy cansada, cansadísima de esto.

Lo intenté todo; psicólogos, antidepresivos pero sigo igual. ¿Qué irónico verdad?

Aunque no lo creas, lo que más quiero es salir de este maldito infierno que vivo acá en la tierra, no en el infierno, acá. En donde el cielo y el sol me iluminan de día y la luna de noche. No hay fuego ni un hombre con cuernos llamado "diablo" que me hace la vida imposible. NO, acá el diablo soy yo, mi propio yo. Con mis pensamientos, mi odio hacia mi misma, mis complejos y mi maldita manía de no sentir nada o sentir demasiado. Mi infierno soy yo, no la sociedad como quieren echarle la culpa aveces, el diablo acá soy yo. Nadie más.

¿Cómo hago para salir de acá, cómo hago para volver a ser la misma? Decime, por favor, te lo ruego.

Te quiero muchísimo.

                                                                                                         Cecilia (o Cece solo para vos) 

 Cerró los ojos por unos minutos y se permitió tener ese momento de paz; el sol le quemaba los poros y el viento le acariciaba los cabellos.

Suspiró largamente y se olvidó de todo lo demás. Solo eran ella y esa especie de tranquilidad que le llenaba todo el cuerpo.

La cortina se movía al compás del aire fresco de la mañana.

Sintió ganas de llorar por lo irreal que parecía todo, pero se contuvo y volvió a colocarse la capucha rompiendo la paz y volviendo a la realidad. Esa realidad a la que le temía y tan mal le hacía.

Los audífonos retumbaron con la música de rock pesado y ella sonrió irónicamente, el ruido le permitía ignorar su vida y todo lo demás.

Flopy entró con una bandeja repleta de medialunas y un rico – así se veía – jugo de naranja recién exprimido.

La conocía demasiado bien y eso a Cecilia no le gustó.

Seguramente sabría que estaba de buen humor, lo que llevaría a que la trataría con más cariño y delicadeza. Ella no quería eso, porque iba a necesitar mucho valor para tratarla mal como lo hacía todos los días, desde que pasó de ser su profesora de tercer año a ser su profesora particular – y segunda madre.

Bufó cuando Flopy le tocó el pelo con ternura.

-          Pensé que hoy estabas mejor... - susurró sacando las manos de su cabello como si se hubiera quemado. "Que íronico", pensó.

-          Já – dijo cortante – lamento desilusionarte.

Flopy hizo una mueca y se dispuso a abandonar la habitación.

Cecilia suspiró tristemente. No quería que nadie la tratara bien, porque no se lo merecía. Todo lo contrario.

Tomó el zumo de naranja dejando de lado las medialunas.

Tu triste melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora