¿Dónde estás?, me pregunto en esta oscuridad. ¿Por qué te fuiste?.
Ven, ven conmigo y abrázame un poco.
Me siento sola en este lugar desconocido en donde tu dulce voz ya no se escucha, en donde todo parece tenebroso y abandonado. No encuentro la formar de salir de acá, no te encuentro...
Baja un ratito, por favor....
No soy nada sin vos, estoy desesperada por un abrazo tuyo. Uno de esos que me hagan crujir los huesos y yo pueda sentir ese perfume a violetas que usabas siempre.
¡Por dios! No te encuentro en el jardín donde pasabas tu tiempo siempre, tampoco te encuentro en la cocina donde me hacías mi torta preferida, ¿A dónde te fuiste?
No puedo soportar este dolor que tengo en el pecho, me duele tu ausencia, me duele tu falta de presencia.
¿Dónde estás? Decímelo, solo quiero verte una vez más, sentir tus manos en mi cabello y que me digas que todo está bien y que vamos a salir de este pozo negro. Ya no soporto el vacío que siento, ya no puedo seguí adelante... ¡Llévame con vos! No importa el lugar, ni siquiera si no es la tierra, llévame y déjame sentirte un poco más.
Me dejaste y ya no queda nada.
Cecilia (la que vive buscándote)
Gabriel siempre supo que su familia era muy diferente. Lo veía en el jardín, cuando sus compañeros dibujaban a una familia de varios integrantes mientras que él se dibujaba así mismo y a su madre. También lo vio cuando jugaba al futbol y veía a los padres alentar a sus hijos, en cambio, Gabriel siempre era alentado por su madre. Y lo vio en la secundaria, cuando la profesora quiso saber sobre las profesiones de sus padres.
Él no supo que responder en ese momento y se puso muy nervioso, lo único que pudo decir fue que su madre trabajaba en una cafetería - lo cual era verdad - y luego, se quedó callado. Todos lo miraron raro; era más que obvio que el tema lo incomodaba porque primero se puso rojo y luego pálido.
Ahora, dentro del Teatro Colón, también estaba pálido y se sentía descompuesto. A su lado, Cecilia seguía atenta la melodía que tocaba el telonero.
El sonido y la acústica eran excelentes, y él miraba fascinado todo el lugar. Su ubicación no era la más cercana al escenario pero aun así podía ver y escuchar perfectamente. Flopy había conseguido unas entradas muy buenas.
En un principio, Cecilia se había negado rotundamente a asistir al recital de piano; pero ante la insistencia de Flopy y Gabriel, dejó de lado sus negativas y se permitió disfrutar de ver a su pianista preferido en vivo. Y no se arrepentía, pensó, al ver que el telonero por fin se retiraba del escenario dejándole el lugar a Vincenzo Montici.
El pianista italiano saludó al público mientras decía unas palabras en un español mal hablado. La gente del lugar, aproximadamente unas 1000 personas, aplaudió con ganas.
Gabriel permaneció atónico mirando al hombre de 40 años.
El italiano tomó asiento, cuando sus dedos tocaron el piano; una paz se extendió por todo el lugar. Cecilia luchaba por contener las lágrimas.
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Tu triste melodía
Fiksi RemajaDe una casa se escucha un piano que no toca más que melodías tristes y casi desgarradoras. Cecilia no ha salido de su casa desde que entró en una cruel depresión, no tiene más que su viejo piano y su correspondencia con alguien que nunca le responde...